“Es el resultado de un compromiso, el escudo que nos faltaba”, afirmó en una entrevista con la televisión pública, a todas luces para atenuar las tensiones, también en el campo del oficialismo, en el que casi 60 diputados no votaron a favor de la norma que endurece el trato a los migrantes, incluso en temas sensibles como la reunificación familiar y el apoyo social.
De acuerdo con el mandatario, la iniciativa aprobada anoche por el Senado y la Asamblea Nacional cumple dos objetivos: luchar contra la inmigración irregular e integrar mejor a los extranjeros mediante el aprendizaje del idioma y del trabajo.
La izquierda y organizaciones de los derechos humanos fustigaron la ley por su marcada inclinación hacia la derecha, fruto del consenso entre el gobierno y los conservadores en una comisión mixta convocada por Macron para salvar el proyecto, después de que una moción de rechazo impidiera su debate en la Asamblea la pasada semana.
En su intervención, el jefe de Estado admitió no acompañar todas las disposiciones del texto, entre ellas la imposición de un fondo de garantía a los estudiantes extranjeros.
Al respecto, señaló que la norma fue enviada al Consejo Constitucional para evaluar si su contenido está conforme con la carta magna.
Macron negó que la nueva ley sea una victoria de la extrema derecha, como lo declara su líder Marine Le Pen, y estimó que las medidas no están en sintonía con esa ideología, justo lo contrario de lo que esgrimen los detractores del documento.
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