Tanto el Castillo de los Tres Reyes del Morro como la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, ubicadas al otro lado de la Bahía, constituyen Patrimonio de la Humanidad, declarado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 1982, junto a la Habana Vieja.
Ese espacio de aproximadamente 10 hectáreas, propone peculiaridades como la excursión al mirador del faro, con 25 metros de altura y una vista panorámica de la urbe, y el tradicional espectáculo del cañonazo, además exhibe los tabacos más grandes del mundo hechos a mano y recogidos en el libro Guinness World Records.
EL VIGÍA DE LA HABANA
Ante los frecuentes ataques de corsarios y piratas a la villa de San Cristóbal de La Habana, el rey Felipe II de España (1527-1598) aprobó la edificación de una gran fortaleza.
Una inscripción en el rastrillo de la entrada -la original cuenta con una reproducción expuesta para los visitantes- revela la fecha de comienzo de las obras, en 1589, y sus principales impulsores. Actas capitulares de la época revelan que la primera etapa de edificación concluyó en 1630.
‘En la parte baja alberga la denominada batería de los Doce Apóstoles, 12 cañones preparados para atacar, sumado a la plaza de armas, iglesia, casa del comandante, la de los oficiales y el capellán. Las tropas estaban en tres cuarteles y la fortificación contaba también con dependencias para oficinas y calabozos’, explicó la guía Bárbara López.
FARO MÁS ANTIGUO DE CUBA
Durante la primera mitad del siglo XVI, para orientar a las embarcaciones hacia la bahía de La Habana y avistar las naves enemigas, fue señalizada la punta este o de barlovento con un sistema de vigía.
El gobernador Diego de Mazariegos (1556-1565) dispuso entonces la construcción de una torre de cal y canto, integrada tras la edificación del castillo.
‘Antes y después de la toma de La Habana por los ingleses (1762) el faro de El Morro se alimentaba con leña. Desde finales del siglo, en 1795, comienzan los intentos por mejorar el primitivo alumbrado, ensayos de la luz con gas inflamable, el empleo del aceite y, en el siglo XX, primero el gas acetileno y luego la electrificación en 1945’, refirió López.
El faro actual fue colocado en 1845, a 45 metros de altura sobre el nivel del mar, y hoy muestra dos destellos de luz blanca cada 15 segundos. Recibió primero el nombre de Leopoldo O’Donnell, gobernador y capitán general de la Isla (1843-1848), luego el de Carlos J. Finlay, como homenaje al científico cubano y, por último, Faro del Morro de La Habana.
Una de las propuestas recientes, denominada como ‘Proyecto de la bandera’, involucrará cada mañana a la Compañía de Ceremonias. ‘Pretendemos que su izado y arreado sea un acto solemne, como símbolo de soberanía nacional. Acondicionamos una sala para que permanezca en el horario de la noche’, expresó Ernesto Martínez, director del complejo.
Ese espacio recogerá la historia del Morro y su vínculo con la enseña cubana, la cual permanecerá en una urna justo en el centro. ‘El lugar posee conductos de salida al exterior e ideamos, mediante espejos, que la luz solar incida sobre ella’.
En paralelo, impulsamos la iniciativa ‘Mirar La Habana’, desde la parte trasera de la comandancia del Che, un balcón para apreciar la arquitectura, majestuosidad y belleza de la ciudad maravilla, argumentó.
UNA FORTALEZA CON NOMBRE DE REY
La Fortaleza San Carlos de La Cabaña, erigida entre 1763 y 1774, resulta a juicio de los expertos una obra cumbre del sistema abaluartado y la mayor de la ingeniería militar española en América Latina.
El país ibérico determinó la constitución de ese bastión militar tras la toma de la capital por las tropas británicas, bajo el nombre del rey español Carlos III.
El lugar es también escenario desde 1982 -primero con carácter bienal y desde el 2000 de manera anual- de la Feria Internacional del Libro de Cuba, dedicada en cada oportunidad a un escritor y país diferente. En paralelo, sesiona un programa artístico de coloquios, homenajes, mesas redondas, lecturas y presentaciones de volúmenes.
‘En alianza con el Instituto Cubano del Libro, preparamos una librería con textos impresos, la comercialización de obras digitales, un centro de información para consultas electrónicas y una sala dedicada a la relación del Comandante en Jefe Fidel Castro con la Cabaña, principal impulsor de la creación de este gran parque’, señaló Martínez.
LA COMANDANCIA DEL CHE
Apenas dos días después del triunfo de la Revolución, el 3 de enero de 1959, y en cumplimiento de las órdenes del líder Fidel Castro, la columna 8 Ciro Redondo del Ejército Rebelde tomó posesión de la Fortaleza San Carlos de la Cabaña. El día 9 llegó el comandante de esa organización armada, Ernesto Guevara, conocido como Che.
Su permanencia en ese espacio fue de solo tres meses, tiempo en el cual fundó el periódico ‘La Cabaña libre’, inauguró una escuela para alfabetizar a los miembros iletrados de la columna y recibió en su despacho -en una casona del siglo XIX que servía de vivienda y oficina del gobernador- a personalidades nacionales y foráneas.
La comandancia atesora fotos y objetos pertenecientes a Guevara, entre ellas, la carta que con solo cinco años escribió a su tía Beatriz hasta muestras de los billetes emitidos en el archipiélago caribeño con su firma cuando desempeñaba el cargo de presidente del Banco Nacional (1959-1961).
Recoge, además, mapas, manuscritos y fotos de niño junto a sus padres, hermanos y amigos; también al joven Ernesto durante la práctica de deportes, sus viajes en motocicleta por 12 ciudades argentinas y, posteriormente, por países de América Latina junto a su amigo Alberto Granado y en un segundo recorrido por Bolivia, Perú y Ecuador en compañía de Carlos Ferrer.
La pinacoteca muestra al doctor Guevara junto a los compañeros de estudio en una clase de anatomía, su carnet de médico, la poesía que dedicara a los mineros de Bolivia, los días de lucha armada en la nación caribeña y las batallas en la Sierra Maestra, al oriente del país, y en Santa Clara, al centro.
CAÑONAZO A LAS NUEVE DE LA NOCHE
A finales del siglo XVI surgió la idea de amurallar la villa capitalina con el fin de protegerla de los ataques de corsarios y piratas. Los trabajos comenzaron en 1674 y concluyeron en 1740. Constituyeron un elemento característico del entorno urbano y constaban de nueve puertas para el acceso al centro de la ciudad.
Precisamente, con el propósito de anunciar el cierre de las puertas a las ocho de la noche y su apertura a las cuatro y media de la madrugada se disparaba un cañón desde un buque situado en el puerto. Una vez finalizada la construcción de la Cabaña, los cañonazos se efectuaban desde esa fortificación.
La tradición continuó, incluso, tras el derrumbe de los muros 123 años después como consecuencia del crecimiento de la urbe. Desde 1898, las autoridades dispusieron el disparo de un solo cañonazo, a las nueve de la noche.
Al inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) la tradición fue suspendida para ahorrar pólvora y proteger la ubicación de la ciudad. Refiere la historia que, ante el reclamo de los habaneros, una vez finalizada la contienda bélica retomaron esa costumbre.
Hoy el espectáculo se recrea a la usanza de la época colonial desde la Batería de Ceremonias de la Fortaleza, compuesta por 21 piezas de bronce del siglo XVIII y que, si bien pueden lanzar una bala esférica hasta 800 metros, durante la representación se emplean salvas.
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(*) Jefa de la Redacción de Cultura de Prensa Latina