Esto constituye un enorme avance en un país con patriarcado fuertemente enraizado, aunque para analistas no constituye garantía de que la nueva ley de leyes tenga un sentido feminista, pues ello depende de la correlación de fuerzas en la convención constitucional resultante.
Con motivo de la más reciente celebración del Día Internacional de la Mujer, decenas de candidatas a la convención constitucional presentaron una serie de bases para que la carta magna tenga un fuerte contenido feminista.
Las integrantes de la lista Apruebo Dignidad, formada por partidos, organizaciones e independientes de izquierda, lanzaron en esta capital sus compromisos para avanzar en esa dirección ‘mostrando la fuerza transformadora del sector femenino en todos los territorios del país’.
Representando a sectores políticos, sociales y profesionales, las candidatas emitieron una declaración en la cual expresaron que ‘no hay democracia posible sin la plena participación de las mujeres y sin transformar las estructuras de desigualdad’ que han impedido el ejercicio de sus derechos y el de otros grupos marginados.
Las propuestas plantean avanzar hacia un proyecto de sociedad que amplíe y modifique los marcos raciales, patriarcales y neoliberales preestablecidos, caracterizados por precarizar la vida de las personas, especialmente de las mujeres.
Los ejes propuestos plantean avanzar hacia una democracia paritaria basada en una igualdad de género sustantiva para ampliar y fortalecer la representación política y social del pueblo, y que se reconozca la titularidad de las mujeres como sujetos de todos los derechos.
También se pronuncian por el reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidados, que en Chile realizan mayoritariamente las mujeres, y se promueva su desempeño y distribución con corresponsabilidad entre todas las personas.
Asimismo, plantean que la nueva Constitución prohíba toda forma de discriminación y establezca mandatos claros a los poderes del Estado para incorporar la perspectiva de género en las políticas públicas y en todo su accionar, y que consagre la libertad de las mujeres para decidir sobre sus cuerpos.
Igualmente se pronuncian por respetar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, incluido el aborto seguro y gratuito, el acceso a tecnologías de reproducción asistida y a una educación sexual integral.
Por último, llaman a que se asegure el reconocimiento de iguales derechos para todas las formas de familia, y se garantice el deber de cumplimiento de tratados internacionales de Derechos Humanos ratificados por Chile.
Uno de los ámbitos donde más se aprecian las desigualdades que sufren las chilenas es el laboral, pues datos oficiales y académicos indican que la participación femenina está en el 42 por ciento, y ha bajado a causa de la crisis económica y social agudizada por la pandemia de Covid-19 desde el pasado año.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas, más de un millón de mujeres aseguran no tener un trabajo formal remunerado por estar dedicadas a labores domésticas en el hogar o al cuidado de niños, enfermos o adultos mayores, que recaen casi siempre en ellas.
Las que trabajan, según datos del INE, perciben, en promedio, salarios 25 por ciento inferiores a los de los hombres por igual labor, diferencia que se da en casi todos los grupos de edades y niveles educacionales.
Asimismo, según un estudio de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, los hombres fuera del mercado laboral le dedicaban antes de la pandemia un promedio de 2,5 horas al día a actividades domésticas, mientras que las mujeres en esa situación, invertían en las mismas labores 6,2 horas.
El lema ‘No sin nosotras’, que ha encabezado las marchas feministas de cada 8 de marzo y las grandes movilizaciones donde el reclamo de una nueva constitución era una constante, pudiera hacerse realidad ahora. La respuesta está en las urnas.
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