Era apenas una niña cuando llegó a la isla en 1989 junto a sus padres y los cuatro hermanos, al final fueron 15 años en aquella nación caribeña, donde ‘aprendí a ser una persona humilde, sincera, independiente y sobre todo patriota’, dijo a Prensa Latina.
‘A Cuba le debo todo lo que sé, tanto en mi vida profesional como personal’, aseveró Lomba Jamba, quien distinguió la excelencia de la preparación, sobre todo en el Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología en La Habana.
Según explicó, a esta altura tiene referentes externos para comparar, tras recibir entrenamiento en países del Primer Mundo, por ejemplo, en Japón, donde realizó un curso de posgrado en oncología.
‘Los japoneses, afirmó, se quedaron sorprendidos con mis conocimientos, porque son realmente de puntería; también estuve en Brasil y Mozambique, donde los colegas apreciaron mi condición de médica y especialista formada en Cuba’.
Dentro de la familia de Lomba Jamba hay otros dos galenos graduados en aquella nación caribeña, dos ingenieros egresados del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría de La Habana y un hermano que concluyó la licenciatura como profesor de Matemáticas, incluso ‘mis padres continuaron su superación profesional allá’, reveló la entrevistada.
Con el título de licenciada, retornó a Angola en 2003 y luego de tratar a enfermos de cáncer durante alrededor de un año, le propusieron seguir por ese rumbo: ‘Me dieron la oportunidad de escoger entre varios países, pero preferí irme de nuevo para Cuba, (porque) era un lugar conocido y sabía la excelencia que podía lograr’, relató.
Los cuatro primeros angoleños especialistas en Oncología fueron preparados en la isla, tres hombres y Teresa; además, ‘la inmensa mayoría de los profesionales que hoy tenemos en el instituto contra el cáncer, en Luanda, pasaron por nuestras manos de una forma u otra’, sostuvo la profesora.
La colaboración cubana, expresó, ‘ha sido de gran valía para nuestro país y en particular para la oncología que es un área muy sensible de la Medicina’.
Con frecuencia, le preguntan por qué escogió ese camino signado por el sufrimiento humano y responde que es duro para los enfermos, los familiares y para quienes atienden a los pacientes,pero la posibilidad de salvar vidas es un sentimiento mucho más fuerte.
No basta, agregó, con tener el título de médico, ‘debes tener vocación, sensibilidad, y una de las mejores cosas que tiene Cuba es la altísima humanización del servicio de Salud Pública’.
El paciente necesita cariño, ‘que el médico llegue y le pase la mano y, en eso, Cuba tiene el número uno’, juzgó la educadora, quien coordina aquí la especialidad de oncología en la Universidad Privada de Angola.
En estos momentos, está al frente de la dirección de Salud en el municipio de Kilamba Kiaxi, en la provincia de Luanda, lo que considera un nuevo e importante reto, sobre todo por la Covid-19, admitió la experta, que pese a sus múltiples ocupaciones mantiene algunas consultas como oncóloga.
Para Lomba Jamba, la hermandad entre Angola y Cuba proporcionó ‘muchas cosas buenas’ a su familia: ‘Hoy somos intelectuales, personas formadas, gracias a ese intercambio que partió de la iniciativa de Fidel Castro y Agostinho Neto’, sintetizó.
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