En ese histórico ámbito, en el populoso barrio de El Tivolí, los jóvenes expresaron su adhesión incondicional al proceso transformador socialista en Cuba y el rechazo a las provocaciones dirigidas a la desestabilización, la difamación y el ataque a los más preciados símbolos de los cubanos.
Allí, en la Loma del Intendente, muy cerca de donde cayeron el 30 de noviembre de 1956 los jóvenes combatientes Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada durante el alzamiento de la ciudad en pos del derrocamiento de la tiranía de Fulgencio Batista, se escucharon argumentos y poemas.
En la inspiración para los tiempos nuevos se recordó que el primero fue presidente de la Federación Estudiantil Universitaria durante la carrera de Pedagogía en la Universidad de Oriente, y el segundo cayó en combate sin conocer a su hija que venía en camino desde el vientre materno.
Los congregados en el lugar evocaron también que a pocos metros se alza la modesta vivienda en la cual el niño Fidel Castro vivió algunos de sus primeros años y ya desde entonces dio muestras de un carácter rebelde y justiciero.
La defensa de la consigna de Patria o Muerte, enarbolada por el Comandante en Jefe en medio de los convulsos días tras el triunfo revolucionario, estuvo entre las motivaciones de los participantes, quienes identificaron la frase con la voluntad de preservar, justamente, la vida y la plenitud para todos.
Precisamente los jóvenes, segmento demográfico al que se enfilan con mayor fuerza las recientes embestidas contrarrevolucionarias aupadas por agentes en Estados Unidos, patentizaron con este encuentro que no serán pasto de manipulaciones, ya sean desde el arte u otras intenciones.
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