En declaraciones a Prensa Latina, el intelectual de ese país europeo enfatizó en su interés por lograr un acercamiento mayor entre ambos pueblos a partir de la profundización en esos lazos comunes, derivados de la presencia de nacionales de ese origen en diversos puntos del archipiélago cubano.
De acuerdo con las indagaciones de Gustafsson, ciudadanos suecos residieron en la antigua Isla de Pinos, en las afueras de la ciudad de La Habana, en las cercanías de Camagüey y en zonas del actual municipio de Julio Antonio Mella, en Santiago de Cuba.
Énfasis especial ha puesto el investigador en lo que él llama ‘la gran colonia sueca agrícola de Bayate’, una sociedad única, construida por hombres emprendedores y aventureros y en la cual se ponían en práctica fórmulas democráticas y de responsabilidad colectiva.
Opina el estudioso que en la paulatina desaparición de ese asentamiento influyeron los avatares de la Segunda Guerra Mundial y las complejas circunstancias económicas, sociales y políticas que desembocaron en la guerra de liberación finalizada con el triunfo revolucionario de 1959.
Un punto de giro señalado por el historiador se ubica en la construcción de la presa Protesta de Baraguá, bajo cuyas aguas quedaron vestigios de las viviendas y otras edificaciones, en su mayoría de madera, de los pobladores suecos.
Erick Ekman, relevante naturalista de ese origen, es una de las personalidades recordadas en Cuba por sus aportes al conocimiento y conservación de los entornos naturales en esta porción de la geografía cubana, incluida la denominación como Pico Suecia de una de sus montañas.
Otro hecho significativo proviene de Bayate, grupo de pintores del arte naif asentados en esa demarcación santiaguera, que en su proyecto cultural Ruta para una historia, evoca entre otros hechos esa impronta europea y su significado en el devenir local.
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