El Programa nacional para el Adelanto de las Mujeres(PAM), aprobado mediante el Decreto Presidencial 198, será la piedra angular en la promoción de nuevas políticas a favor de ellas, a la vez que da continuidad a la labor inclusiva de la Revolución cubana desde 1959.
Así lo significó recientemente la secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), Teresa Amerelle, quien explicó a la prensa que el denominado PAM surge de la necesidad de avanzar en correspondencia con los principios y postulados reconocidos en la Constitución.
Asimismo, responde a los cambios ocurridos en la sociedad a partir de la actualización del modelo económico, a la vez que respalda los compromisos internacionales contraídos por el país en lo concerniente a las mujeres.
En este sentido, la también miembro del Consejo de Estado destacó entre los objetivos principales la búsqueda de la plena igualdad de derechos, oportunidades y posibilidades.
El empoderamiento económico es uno de esos asuntos hacia los cuales apunta el PAM, pues si bien en la isla antillana legalmente todos tienen las mismas oportunidades frente al empleo y no existen diferencias salariales, las cifras muestran que existen brechas en este acápite.
Cuba tiene un millón de mujeres económicamente inactivas y las causas más comunes de ese fenómeno están relacionadas con el envejecimiento poblacional, mencionó Amarelle en una entrevista con el periódico Granma en agosto de 2020.
Apuntó que no se trata solo de que sean la mayoría entre quienes superan los 60 años de edad en la nación (alrededor del 53 por ciento), sino que además están ligadas al cuidado de adultos mayores.
Frente a ese escenario, el PAM propone realizar evaluaciones periódicas de las necesidades y posibilidades de empleo en cada territorio y en los diferentes sectores de la economía, con el fin de trabajar con el potencial de mujeres.
Asimismo, busca desarrollar alternativas locales para mejorar y ampliar los servicios que se prestan a las familias, relacionados con los cuidados a menores, adultos mayores y personas con discapacidad.
En esta área resaltan también las acciones encaminadas a crear las condiciones para, cuando sea posible, medir y valorar económicamente la contribución a la economía familiar y social del trabajo no remunerado que realizan ellas.
Evaluar su participación en el sector no estatal de la economía, con vistas a mejorar su atención y evitar que se produzcan retrocesos o manifestaciones de discriminación, es otra de las aristas donde quedan asuntos por solucionar y hacia donde dirige la mirada el PAM.
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