Durante dos años el medio digital Disclose, junto a Interprt y el programa de investigación global de Ciencia y Seguridad de la Universidad de Princeton en Estados Unidos, analizaron unas 2 mil páginas de documentos militares desclasificados en 2013 por el Ministerio de Defensa francés sobre las pruebas nucleares llevadas a cabo durante 30 años en el archipiélago del océano Pacífico.
El trabajo sirvió para ‘revaluar la dosis recibida por la tiroides de los habitantes de las (islas) Gambier, Tureia y Tahití durante las seis pruebas nucleares consideradas como las más contaminantes de la historia del Centro Experimental del Pacífico’, hallando cifras entre 2 y 10 veces superiores a las realizadas por la Comisión de Energía Atómica (CEA) en 2006.
Estas diferencias con el estudio oficial se debieron a varias causas, entre otras a que los científicos de la CEA no consideraron la procedencia del agua potable bebida por la población local o no estimaron de forma correcta la radioactividad que llegó al suelo.
De esa forma, el informe de Disclose concluyó que solo con la prueba Centauro, realizada en julio de 1974, ‘unas 110 mil personas estuvieron expuestas a la radiactividad, casi toda la población de los archipiélagos en aquel momento’, y cotejando otros datos de esa misma prueba evaluaron que la CEA ‘subestimó en más de un 40 por ciento la caída (de material radioactivo) al suelo’.
Este nuevo estudio servirá de referencia para que el Comité de Indemnización de las Víctimas de los Ensayos Nucleares vuelva a examinar los expedientes existentes, pues hasta el momento solo 63 civiles polinesios recibieron algún tipo de indemnización.
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