De pequeño junto a su padre, su mundo era entonces aquel taller creativo y sus sueños se reflejaban en la cartulina con acuarela impulsados entonces por la ingenuidad, espontaneidad, colores brillantes y trazos de improvisador.
Marin aprendió las técnicas de la pintura, con hambre creadora, trabajando el hierro, el bronce, el cobre y la madera, escuchando críticas y enfrentando el miedo por el complicado camino de no tener una formación en escuela de arte.
Así, a base de tesón, llegó en abril de 2010 su primera exposición personal: Pollution o Contaminación que tuvo por sede el lobby del Hotel Plaza en La Habana.
Según contó a Prensa Latina, en aquella ocasión utilizó obras que plasmaban su enfado e impotencia con las actitudes de los seres humanos con el medio y llevaban por título Estupidez Humana, Tanque Lleno y Árbol Podrido.
‘Fue un trabajo de crítica a la contaminación ambiental, mi posición ante la manera que tratamos al mundo como si fuera desechable, el maltrato a los animales y a los bosques’, recordó Harold con cariño.
Esa, aseguró el joven, es una temática recurrente en su discurso artístico que también ha tenido como base el expresionismo y el abstraccionismo, sin un referente específico.
Y aunque el arte de invocar metales tiene su cimiento en Cuba, Marin ha tenido oportunidades de mostrar su obra en Canadá, Italia y Estados Unidos, donde presentó varias exposiciones personales y colectivas, la última de ellas en la ciudad de Miami, en febrero de 2020.
La muestra, recordó, llevó por título Social Sickness y estuvo compuesta por una selección de cuatro obras que pretendían analizar la enfermedad de las redes sociales.
Se trató de una crítica al uso que le da la juventud al celular, como se ha suplantado el mirarse a la cara por la pantalla de un móvil, perdiendo así los valores humanos más elementales a cambio de likes, explicó.
Sin embargo en estos tiempos de aislamiento por la Covid-19, han sido las redes sociales el espacio oportuno para que los artistas puedan visualizar su trabajo, reflexionar y enviar un mensaje de esperanza a las personas. Ahora nos refugiamos en las plataformas digitales para expresarnos. Se ha convertido en una herramienta muy útil para promocionar mi arte, aprovechando su relativa gratuidad y el alcance de un mayor número de usuarios y potenciales clientes, agregó.
Marin no está ajeno al tema del confinamiento social y sus vicisitudes, pero el artista no deja quieta sus manos y se empeña en crear. En su quehacer está el reflejo de su tiempo, obras más reflexivas, más dramáticas y colores más apagados.
Su momento preferido para la creación: la madrugada. Su técnica más usada: la mixta. Los colores predominantes: rojo, siena, blanco, negro y grises.
La temática presente: variada, reflejo de los males sociales como la contaminación ambiental, el racismo, la violencia de género, la homofobia.
La musa renace en los chorreados de acrílico y espatulazos de óleo, en sus manos devenidas pincel, en la mezcla del hierro con alambres, telas y pinturas diversas, y en el diseño de interiores con un concepto eminentemente minimalista.
Y ahí, en ese espacio de ingenio, vuelve el niño que habitó una vez. Moldear hierro, conjugar metales sin formas y dar vida a personajes metafísicos y estructuras inexistentes sigue teniendo un lugar especial.
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