El Ministerio de Asuntos Económicos aprobó este miércoles la fusión de Bankia y Caixabank, grupo en el que el Estado poseerá una participación del 16,1 por ciento, tras ser hasta ahora el mayor accionista del primero con el 61,8 por ciento del capital.
Esta nueva entidad, que conservará el nombre de CaixaBank, tendrá más de 20 millones de clientes en España y la primera cuota de mercado en términos de depósitos (24 por ciento) y préstamos (25 por ciento).
La solicitud de la operación para crear el primer banco de España fue presentada por parte de ambas entidades el pasado 14 de octubre, fecha en la que se acordó solicitar los informes preceptivos a los organismos correspondientes.
Su visto bueno llega ahora tras haber recibido los informes favorables del Banco de España, del Servicio Ejecutivo de la Prevención de Blanqueo de Capitales, de la Dirección General de Seguros y de la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
En el punto álgido de la crisis financiera mundial, el Estado español salvó a Bankia de la quiebra al inyectar unos 22 mil millones de euros, más de la mitad de los fondos europeos concedidos en 2012 a la nación ibérica para evitar el colapso de su sector bancario.
De ese monto apenas recuperó hasta la fecha tres mil millones de euros, con lo que la fusión abre nuevas interrogantes sobre cuánto de ese dinero podrá ser retornado finalmente.
Cuando se anunció la fusión, la Plataforma por una Banca Pública defendió que la existencia de Bankia como banco público, con una gestión independiente y profesional, garantiza una mayor competencia en el sistema financiero.
‘Este último (en referencia al sistema financiero español) ostenta un grado de concentración superior al del resto de países de la Eurozona y también se caracteriza por la menor presencia de la banca pública’, advirtió la organización ciudadana.
Para la alianza Unidas Podemos, socio en el Gobierno de coalición del socialdemócrata Pedro Sánchez, esta fusión profundizará el oligopolio en el sector financiero y supondrá una mala noticia para la competencia del mercado y la propia estabilidad del sistema.
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