Alfareros de la región de Andalucía, España, legaron el recipiente, que ya para el siglo XVIII ocupaba espacio en los patios interiores de la mayoría de las casas para conservar el agua potable, aunque cuando llegaron a estos predios en manos ibéricas tenían como objetivo almacenar aceites y granos.
La Unesco, que para julio de 2008 declaró al Centro Histórico de esta urbe del centro de Cuba como Patrimonio de la Humanidad, argumentó entre sus diversas razones la presencia del elemento que hoy sirve además de souvenir para el turismo que visita la región cada año.
Para suerte de los habitantes de la localidad -cabecera de la provincia homónima-, ubicada 540 kilómetros al este de La Habana, las condiciones de la tierra con la arcilla adecuada hicieron terreno fértil para que maestros alfareros se inclinaran por la confección de la vasija.
En declaraciones a Prensa Latina, el investigador Oreidis Pimentel, especialista de la Casa de la Diversidad Cultural, afirmó que ‘el primero que se tiene archivado como maestro alfarero reconocido en la confección de tinajones en Camagüey es Simeón Recio’.
Para el siglo XVII el artista ya contaba con el aval por su labor, que con el paso de los años se volvería tradición.
El padre de la bibliotecología cubana, Antonio Bachiller y Morales, en su visita a la ciudad en 1838 reconoció que en la misma ‘no abundan los aljibes; el agua se recoge en hermosas tinajas […], colocadas en los patios, por su gran capacidad contendrán cuatro ó seis de ellas la cantidad de agua de un aljibe’.
Según investigaciones de la periodista Guadalupe Yaujar, en la otrora villa del Puerto del Príncipe ‘en 1900 con solo 30 mil habitantes llegó a tener más de 16 mil gigantes depósito de barro cocido en la zona urbana’.
Con el paso del tiempo, y la irrupción de nuevas formas de almacenar agua, la cultura de la producción de tinajones decreció en la localidad, aunque resulta necesario apuntar que la carencia de arcilla con los elementos indicados, debido a la propia contaminación de los ríos, han afectado a su vez la tradicional labor.
A pesar del paso de los años varios artistas luchan por mantener viva la tradición, y exponentes de la plástica y de la escultura como Nazario Salazar dejan su marca en los recipientes.
El tinajón camagüeyano se ha expandido también a otras regiones del país, y el emblema de la cultura de esta provincia embellece espacios de otras ciudades patrimoniales para así dejar su marca como muestra de cubanía.
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