Recordado por iniciar en la nación caribeña los ensayos de introducción y propagación de dicha inyectable, algunas bibliografías lo ubican también como el primer cubano graduado en instrucción de Medicina en 1789.
Comenzó en 1803 su colosal campaña por imponer nuevos métodos de vacunación y demostró la seguridad del producto al administrarlo a dos de sus hijos para probar los aciertos de la ciencia.
Cuando el 26 de mayo de 1804 llegaba a Cuba desde España una expedición para encargarse de combatir la transmisión de la viruela, ya la vacuna contra ella se había extendido por casi toda la isla gracias a Romay, quien la estaba aplicando con éxito desde el 12 de febrero.
Este insigne galeno fue Presidente y Secretario Facultativo de la Junta Central de Vacuna de Cuba, inaugurada el 13 de julio de 1804; y dedicó tres décadas de su vida a la erradicación de dicho mal.
Considerado, además, como el primer higienista del país, hizo grandes contribuciones a la química y botánica con renombrados progresos en la apicultura.
Amante de la naturaleza y partidario de los estudios sobre ella, influyó en la creación del Jardín Botánico Nacional.
A sus 69 años comenzó la lucha también contra el cólera, enfermedad que apareció en Cuba en 1833 y de la cual fue víctima una de las hijas de Romay.
La primera irrupción epidémica provocó más de 30 mil defunciones; mientras que la segunda aparecería en la isla en marzo de 1850; y la tercera, en octubre de 1867.
Como catedrático, realizó importantes reformas en la docencia médica al introducir nuevos métodos basados en la observación y la práctica, promovió la modernización de la medicina clínica y logró restablecer la enseñanza de la Anatomía.
Al momento de su deceso, con 84 años, ostentaba distinciones como Miembro Corresponsal de la Real Academia de Medicina de Madrid, Médico de la Real Cámara, y Catedrático de Clínica de la Real Universidad.
Así como Presidente e Individuo de Mérito de la Sociedad Económica de Amigos del País, Miembro de la Comisión de Vacuna de París y de las Sociedades Médicas de Burdeos y Nueva Orleans; y Caballero Comendador de Isabel la Católica.
Sobre su legado, reconocidos médicos de la época lo definieron como ‘un hijo que sirvió con gloria a las ciencias’; ‘capaz de renunciar a todo antes de empeñar la dignidad científica’.
Hoy, cuando Cuba cuenta con cinco candidatos vacunales contra la pandemia de Covid-19, los científicos de la isla siguen el legado de Romay y ponen sus hombros de primeros voluntarios para probar estos inyectables.
En las diferentes fases de ensayos clínicos de los candidatos cubanos más de 100 mil médicos y biotecnólogos participan en los estudios.
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