Según el reporte publicado el miércoles por la Comisión Independiente sobre Raza y Desigualdades Étnicas, la mayoría de las disparidades que muchos atribuyen a la discriminación racial no suelen tener su origen en el racismo.
La investigación, encargada por el primer ministro Boris Johnson a raíz de las protestas que protagonizó el verano pasado el movimiento Black Lives Matter (La vida de los negros importa), también concluyó que a pesar de que la sociedad todavía no está libre de racismo, el Reino Unido consiguió construir una sociedad multiétnica de referencia mundial.
‘Para ponerlo de forma sencilla, ya no vemos una Gran Bretaña donde el sistema actúa de forma deliberada contra las minorías étnicas,’ afirmó la comisión.
La aseveración cayó como un bombazo en círculos políticos y sociales de un país donde los negros se quejan de sufrir discriminación en escuelas y puestos de trabajo, y donde según estadísticas oficiales, tienen cuatro veces más probabilidades de ser detenidos y registrados en las calles por la Policía que los blancos.
Legisladores, sindicatos y activistas de los derechos civiles de inmediato condenaron el informe, por considerarlo insultante, o cuando menos preocupante, mientras que el principal asesor del primer ministro Boris Johnson para las minorías étnicas anunció su renuncia, aunque el gobierno aseguró que la decisión no tiene nada que ver con el tema.
A nivel institucional, todavía somos racistas y el hecho de que una comisión designada por el gobierno lo niegue es muy, pero muy preocupante, afirmó Halima Begum, directora ejecutiva de Runnymede Trust, un tanque pensante sobre la igualdad racial.
En declaraciones a la televisora Sky News, Begum apuntó que lo menos que pudieron hacer los investigadores fue reconocer el sufrimiento de las comunidades negras y de otras minorías en el Reino Unido.
El legislador laborista David Lammy, quien en 2017 estudió las disparidades raciales en el sistema de justicia criminal sin que hasta ahora sus recomendaciones hayan sido tenidas en cuenta, lo calificó como un ‘insulto’ para todos los que han experimentado el racismo en el país.
El informe pudo ser un punto de inflexión y un momento para unirnos, pero en lugar de eso, se optó por dividirnos una vez más y mantenernos debatiendo sobre la existencia del racismo, sin hacer nada para erradicarlo, afirmó el también secretario de Justicia en el llamado gabinete a la sombra (opositor).
La correligionaria de Lammy en el Parlamento británico Lisa Nandy se declaró decepcionada, y acusó al gobierno conservador de pretender minimizar la naturaleza estructural del racismo.
Es muy decepcionante, pues por un lado parece reconocer la existencia de problemas enormes que afectan a los negros y otras minorías étnicas todos los días, y por otro pretende restar importancia al carácter estructural de esos retos, aseguró la diputada.
Desde la academia, el historiador David Olusoga aseguró al diario The Guardian que los autores del informe replicaban, quizás de forma inconsciente, el mismo argumento que usaban los esclavistas para defender la esclavitud 200 años atrás, cuando decían que, al asimilar la cultura británica, los negros de alguna forma se beneficiaban del sistema.
La avalancha de críticas llevó a la comisión a emitir la víspera un comunicado en el que asegura que sus conclusiones fueron tergiversadas, y que las malinterpretaciones pudieran socavar el objetivo del estudio que, según afirman, es comprender y enfrentar las causas de las desigualdades en el Reino Unido.
Nunca dijimos que el racismo no existe en la sociedad ni en las instituciones, por el contrario, el racismo es real y debemos enfrentarlo, afirmaron los autores del informe, en lo que parece ser un intento, aunque quizás tardío, de calmar los ánimos.
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