Inspirada en la poética del intelectual de la isla José Lezama Lima: el choteo, la sinuosidad del movimiento y el coqueteo, propios de la cubanía, así como las permutaciones, conmutaciones, entre otros cálculos matemáticos, la maestra lleva a los escenarios una obra cargada de emociones diversa, abierta y hasta incómoda para algunos.
Con la fundación de la contemporánea Compañía Rosario Cárdenas, la artista introdujo en la nación caribeña una metodología en el movimiento corporal y la formación de los bailarines que la particulariza.
‘Necesitaba una plataforma conceptual donde pensar, crecer y trabajar’, evocó la bailarina de 68 años en exclusiva con Prensa Latina, quien encontró en el análisis combinatorio de las matemáticas, el punto de giro de su carrera, como herramienta de construcción coreográfica y preparación física.
‘Sentía que la manera en la que quería trabajar necesitaba otro tipo diseño, tenía que reconstruir la técnica cubana, incrementar el nivel de cientificidad, estudiar métodos terapéuticos, el esqueleto y buscar la manera de proteger a los bailarines para evitar en gran medida las lesiones’, recordó.
‘Las permutaciones, combinaciones y variaciones se quedaron como base de esa estructura’, la cual se nutrió, además, de la imagen y universalidad de la cultura cubana, con ‘alusiones a nuestros grandes escritores, músicos y poetas’, explicó la máster en danza, titulada en la Universidad París VIII, en Francia.
En los inicios, encontró apoyo en la profesora Ana Isabel Matos, quien ayudó a introducir la preparación física en la danza por primera vez en Cuba y ‘la vida demostró que no estábamos locas, muchos siguieron el ejemplo’, afirmó la directora de la compañía que este 29 de abril se une a las celebraciones del Día internacional de la Danza.
Con total pericia, Cárdenas traduce emociones en movimientos, articula magia y compases como quien suma, resta y multiplica, para así estampar su singular sello en las artes escénicas de la nación.
‘El defender y valorar el cuerpo en toda su dimensión, siempre con elegancia, delicadeza y nivel poético, nos legó una marca de autenticidad y me gusta, representamos lo diverso y los bailarines se identifican con eso’, acotó.
‘Desde el punto de vista del lenguaje del movimiento mis creaciones se distinguen por los desplazamientos en el espacio, las composiciones, la interrelación entre bailarines y su capacidad de representar la versatilidad de las relaciones humanas sin distinciones de género u orientaciones sexuales’, apuntó.
Con más de 90 coreografías en su currículo, Cárdenas supo llevar la enseñanza a la par de la creación y manifestó orgullo de poder trabajar con los bailarines, ser testigo, apoyarlos en su camino y, a la vez, formar parte del descubrimiento individual de la personalidad.
Si bien la pandemia de la Covid-19 supone un reto para las artes, Rosario vio en este tiempo una oportunidad de saldar deudas con ella misma, aprovechar el aislamiento y ver películas, leer, dibujar -arte que le apasiona-, impartir clases y preparar su ejercicio de doctorado para presentar en la Universidad de las Artes de Cuba.
Con ello, pretende dejar por escrito su metodología, avalada por más tres décadas de intensa labor, a partir del análisis de la puesta en práctica en una de sus obras, lo cual servirá como material bibliográfico para la educación artística.
‘A lo largo de los años, he logrado integrar diferentes elementos, fui transfiriendo conceptos de Lezama y sobre eso he ido construyendo mi sistema, quizás a otros les funcione, por eso quiero dejarlo por escrito’, refirió la también Premio Nacional de Danza (2013).
Asimismo, participó recientemente en la producción del audiovisual El poder sobre nosotros (The power upon us), material realizado por la cubana Carolina Romillo, en el que interpreta la Luna, en relación con el sol y los planetas.
La pieza, grabada con una cámara de 16 milímetros, asume como centro de su historia a Rosario, única mujer entre jóvenes de distintas compañías de la isla y el maestro Santiago Alfonso.
Creaciones de su autoría como Dédalo, Imago, Grifo, Germinal, El ángel interior y Canción de cuna, figuran actualmente en el repertorio de Danza Contemporánea de Cuba, mientras su experticia la ha llevado a escenarios de decenas de países, como profesora y junto a su compañía.
En una apuesta por demostrar la interconexión entre las diversas expresiones artísticas, ha colaborado con los compositores Juan Piñera, José Maria Vitier, Rembert Egües, Lucía Huergo y Frank Fernández; el arquitecto Roberto Gottardi; el pintor Manuel López Oliva y los poetas Aitana Alberti y Thiago de Melo.
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