Cual columpio que se levanta al cielo una vez y baja inmediatamente, la nación norteamericana pone o quita el tema climático del centro de la mesa presidencial de la Casa Blanca según el ocupante del salón oval.
Los desafíos son enormes para Washington, más cuando cada vez que llega una nueva administración cambia las prioridades en cuanto al combate del cambio climático, dijo a Prensa Latina, Ramón Cruz, presidente del Sierra Club, una organización ambientalista que durante años fue parte de la lucha de los estadounidenses para proteger al planeta.
La nación norteamericana con una población de cerca de 333 millones de personas, lo que representa el 4,6 por ciento de la población mundial, produce un cuarto de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, convirtiéndose en uno de los principales contaminadores en el mundo.
Actualmente aparece en la segunda plaza de los países que más afectan el clima, solo superado por China con una población de más de mil 400 millones de personas.
El expresidente Donald Trump fue un desastre cuando puso en duda las previsiones de la ciencia sobre el clima, retiró al país de acuerdos internacionales y se apartó de todo lo que en ese campo pudiera afectar al mundo empresarial.
Trump eliminó más de un centenar de protecciones medioambientales en sus cuatro años de mandato. Una de las más importantes fue el debilitamiento de las normas sobre vehículos limpios establecidas en 2012, que se consideraban la herramienta más potente del país para combatir el fenómeno, opinó Cruz.
Nuestro clima se calienta más rápido de lo que lo habría hecho sin los retrocesos de Trump, lo que nos deja aún menos tiempo para evitar un golpe catastrófico, advirtió el directivo de Sierra Club.
El actual mandatario, Joe Biden, con una fuerte presión de los ambientalistas reincorporó a su país al Acuerdo Climático de París y se comprometió a reducir las emisiones de gases tóxicos en un 50 por ciento de sus niveles de 2005 para el 2030, algo que revierte medidas de su predecesor que negaba, o en el mejor caso ignoraba, la crisis del calentamiento global.
Aunque la protección del ambiente estuvo entre las consideraciones de los votantes estadounidenses en la última elección presidencial, no fue hasta la cumbre virtual del 22 y 23 de abril que la Casa Blanca se acercó a un compromiso a favor de acciones para proteger el clima; pero sin considerar revertir recursos de la carrera armamentista, de la cual Estados Unidos es líder mundial.
Según estudios científicos y de expertos internacionales si se llegara a establecer un consenso entre los estados desarrollados y países en desarrollo para que el 50 por ciento de los gastos militares se destinen a la lucha contra los efectos del cambio climático, podría representar un gran avance para la humanidad.
En el caso concreto de Estados Unidos informes recientes indican que el gobierno se aleja del uso de la energía nuclear con fines pacíficos y se propone cerrar más centrales atómicas que plantas de carbón, una contradicción que frenaría los esfuerzos para ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 50 por ciento para 2030.
Qué hacer es una de las interrogantes mas reiteradas por los más afectados. En ese sentido son más las apelaciones a que cese la carrera armamentista y se reviertan sus recursos para favorecer la supervivencia del hombre.
PALABRAS, PALABRAS…Y DINERO
Biden ha presentado una serie de nuevas medidas sobre el clima para su país. La idea de infraestructuras, estimada entre tres y cuatro billones de dólares, incluye incentivos fiscales para las energías limpias y los vehículos eléctricos.
También se comprometió a asociarse con otros países en innovaciones relacionadas con el enfrentamiento al calentamiento global.
Así lo confirmó durante su intervención en la cumbre sobre el clima de la Casa Blanca. Una reunión llena de promesas que solo el tiempo dirá si se cumplen.
Al respecto, la secretaria de Energía, Jennifer Granholm, anunció nuevos objetivos para abaratar el presupusto de las energías limpias y otras tecnologías relacionadas con el fenómeno ambiental, incluido la reducción del coste del hidrógeno y de las baterías para vehículos eléctricos.
La responsable de energía también dijo que la administración se propondrá reducir «drásticamente» el costo de la captura industrial de carbono, una tecnología aún en desarrollo que pretende extraerlo del aire.
Eso ocurre cuando el suelo, el agua y los recursos biológicos que ofrecen el sustento básico de todas las formas de vida del planeta se degradan rápidamente o desaparecen.
Por otra parte, la Agencia de Protección del Medio Ambiente estudia la posibilidad de promulgar normas más estrictas para la contaminación del tubo de escape de los coches y camiones y para las emisiones de metano.
Si se sigue la pauta de los últimos 20 años, el mundo superará el umbral de 1,5 grados aproximadamente en 2040, alertan científicos y expertos en el tema.
Los centros de poder en Estados Unidos no son ajenos al problema y durante la cumbre virtual sobre el tema convocada por Biden, su vicepresidenta Kamala Harris, predijo que la crisis climática pronto desencadenará guerras por el agua, el elemento esencial de la vida en la Tierra.
El agua dulce «está disminuyendo a causa de la crisis climática», señaló Harris, y añadió que la «sequía extrema» está provocando que la gente abandone sus tierras ancestrales y se traslade a «donde pueda cultivar alimentos».
Sin embargo, Harris y los demás funcionarios de la administración Biden entrevistados en el documental de Now This se centran más en las oportunidades económicas que ofrece una transición a las energías renovables y en las injusticias medioambientales que la economía actual de los combustibles fósiles inflige, especialmente a los afrodescendientes y a los pobres.
En ese sentido, Aaron Bernstein, profesor de la Facultad de Medicina de Harvard, en una aproximación al problema de los combustibles fósiles (petróleo, el gas y, sobre todo, el carbón) señaló que su quema provoca una contaminación atmosférica que lleva «a la muerte prematura de 330 mil estadounidenses cada año y de ocho millones de personas en todo el mundo”.
Añadió que las enfermedades y muertes causadas por el virus SARS-CoV-2 son «como un anticipo de lo que esperamos ver más con el cambio climático en el ámbito sanitario».
Hasta hoy ninguna de las medidas propuestas por Biden se convirtió en ley, y se enfrentan a un destino incierto en el Congreso y los tribunales.
Tampoco se conocen los detalles de la vuelta de Estados Unidos al ruedo en el combate contra el cambio climático pues el gobierno no da detalles sobre cómo la nación podría lograr las reducciones de carbono, algo que el grupo de trabajo de Biden puede airear a finales de año cuando tenga lugar una cumbre climática en Escocia, Reino Unido.
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