Al repasar sus inicios en la ciencia, Verez Bencomo recordó en el programa televisivo ‘Historia de Vida’ el montaje de su primer laboratorio en casa, ubicada en aquel momento en el municipio habanero de Centro Habana, y que casi incendia tras intentar un experimento, debido a la naciente curiosidad por la química.
Gracias a las oportunidades de estudios de la Revolución cubana, estudió Ingeniería Química en el Instituto Lomonosov de Moscú en 1970, lo que calificó como un reto por el idioma y actualmente una de sus pasiones.
Tras concluir estudios superiores, creó el laboratorio de carbohidratos en la Universidad de La Habana y, de forma paralela, uno de antígenos sintéticos en el Laboratorio de Biopreparados, período en el cual sobresale el desarrollo de un portador para el diagnóstico precoz de la lepra.
Su constante superación profesional, lo llevó a cursar un Doctorado de Estado en la Universidad de Orleans (Francia) en 1983, y ostenta además el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Quebec, Canadá, y es miembro de la Academia de Ciencias de Cuba.
Al hablar de Verez Bencomo, colegas de trabajo y familiares destacaron su autoría en la creación de las vacunas Haemophilus influenzae tipo b, la conjugada Quimi-VIO (contra los neumococos) ya en fase final de desarrollo y el candidato antiCovid Soberana 02.
‘De esta vacuna se han producido alrededor de 60 millones de dosis. Cada 100 mil dosis se salva la vida de un niño, que no sabemos quién es, suficiente saberlos vivos. Al menos seis mil niños se han salvado’, precisó el entrevistado sobre la Haemophilus influenzae, un hito para la ciencia dentro y fuera de Cuba.
De su vida personal, recordó sus 30 años de relación con Violeta, ya fallecida, con la cual tuvo dos hijos; la relación actual desde hace siete años y el apoyo familiar tras largas jornadas de trabajo para darle a la isla caribeña la soberanía de una vacuna contra la Covid-19, un llamado del presidente Miguel Díaz-Canel el 19 de mayo de 2020.
El ahora director del Instituto Finlay de Vacunas (IFV), agradeció al líder histórico de la Revolución, Fidel Castro Ruz, el sueño de que Cuba tenía que ser un país de hombres de ciencia, así como la oportunidad de formarse como científico a un niño nacido en un hogar humilde de La Habana.
‘Gracias a Fidel, al Che (Ernesto Guevara), a Camilo (Cienfuegos) yo siento un orgullo de ser cubano tan grande. Sentir que toda esta obra, es una obra de amor a la gente’, enfatizó.
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