Para quien acostumbra a pasar por el lugar este le es tan familiar que difícilmente se detenga a escudriñar en cada una de las escenas recreadas por la destacada escultora cubana Thelvia Marín.
El transeúnte está acostumbrado a divisar las dos monumentales figuras, sobre todo la de su hijo más querido y respetado, la del patriota digno que recibió palabras de elogio del más universal de los cubanos que a detenerse ante las pequeñas escenas al relieve.
Datos consultados en la página web del Archivo Histórico Provincial, nombrado como el patriota, señalan que dada la altura del conjunto es visible desde todos los ángulos de la plaza.
Donaciones de bronce hechas por el pueblo, unido al talento de la artista, permitieron construir este monumento hace varios años, integrado por dos estatuas y nueve relieves, dedicado al Héroe de las tres guerras de independencia contra el colonialismo español.
Las primeras representan al comandante Quirino Amézaga, considerada la única en bronce de un esclavo, angolano que murió por la libertad de Cuba, y la otra a Serafín Sánchez (1846-1896).
Amézaga aparece sentado y más allá de las armas que exhibe sobresale el libro que sostiene en una de sus manos, mientras Serafín apoya un brazo sobre el hombro de su alumno y compañero de armas.
En la parte inferior del monumento, frente a la plaza, se colocaron nueve placas o paneles que simbolizan relevantes momentos y acciones alegóricos a la vida del prócer, quien sostuvo un vasto intercambio epistolar con el Héroe Nacional cubano José Martí (1853-1895).
Muestra pasajes como el alzamiento de Serafín Sánchez al frente de 45 hombres en Bellamota, el 6 de febrero de 1869, y el episodio del cólera entre las tropas mambisas, en el que el mayor general y una veintena de hombres expusieron sus vidas para ayudar a los enfermos.
Le siguen el empleo de la tea incendiaria en la zona de Yaguajay cuando quemaron el ingenio Constancia en febrero de 1871 y el acto del 1 de mayo de 1894 en Cayo Hueso con Serafín rodeado de amigos y patriotas, en particular de emigrados tabaqueros.
También aparece el insigne espirituano junto a Martí en una actividad pública en Cayo Hueso, catalogado por expertos como el momento de más intensa relación entre ambos, y el desembarco en 1895 por Punta Caney.
Asimismo, la presencia de Serafín Sánchez en la Invasión hasta las llanuras habaneras, al lado de los mayores generales Máximo Gómez y Antonio Maceo; la cruenta batalla sostenida en Manajanabo y su caída en combate en el Paso de Las Damas, el 18 de noviembre de 1896.
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