La región es conocida por sus fuertes contrastes en ella coexisten grandes riquezas con amplias brechas estructurales, bajo crecimiento económico, desigualdades, pobreza extrema, y altos niveles de desempleo.
Todas ellas, acentuadas con la actual crisis sanitaria mundial.
En 2018, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) alertó sobre el deterioro continuo del mercado laboral, y ejemplificó que la tasa de ocupación solo aumentó un 0,1 por ciento luego de cinco años sin incremento.
Pero el panorama laboral latinoamericano empeoró con la difícil situación sanitaria y económica generada por la Covid-19.
De acuerdo con un reciente informe conjunto entre la Cepal y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el mercado del trabajo presenta importantes desafíos a corto y mediano plazo.
Un camino que dependerá, entre otros, de la efectividad y masificación de las medidas de control a la enfermedad y de la robustez en la recuperación económica, ello enmarcado en un contexto de fragilidad del tejido productivo, añade el texto.
Por una parte, el Producto Interno Bruto regional se contrajo un 7,1 por ciento -la mayor del último siglo-, retrocedieron la ocupación un 5,5 por ciento y la participación un 4,5, mientras aumentó la tasa de desocupación a un 10,5 por ciento.
A ello se añade, que a nivel mundial Latinoamérica posee la mayor disminución en horas de trabajo, con una pérdida estimada en un 16,2 por ciento, en comparación con 2019, una cifra que casi duplica el 8,8 a nivel global.
Los grupos más afectados fueron los jóvenes, los trabajadores del sector informal y las mujeres, acota el documento.
Igualmente, la investigación alerta que a partir de 2021 la región podría convivir con tasas de desocupación más altas con una tendencia a mantenerse, y advierte sobre la probabilidad que los empleos formales generados y la dinámica laboral femenina no recuperen los niveles prepandemia en el corto plazo.
Ambos organismos internacionales resaltan la necesidad de promover la inversión pública y privada en los sectores más afectados en cada país, para reactivar el tejido productivo y acelerar la demanda laboral.
Ello representa un reto tanto para las políticas gubernamentales como para las instituciones del trabajo, si la recuperación económica no está acompañada de programas sociales y laborales que garanticen la protección de los trabajadores.
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