El aumento de los casos confirmados con la Covid-19 a lo largo y ancho de la geografía nacional y del número de fallecidos, junto a la circulación de varias cepas nuevas del SARS-COV-2, desafían la capacidad del sistema sanitario y obliga a erogaciones que ponen en tensión las arcas del país.
El sábado último, otro temblor perceptible de 3.5 fue registrado por el Servicio Sismológico Nacional en las cercanías de la localidad de Moa, en la norteña provincia oriental de Holguín, otro punto donde no son frecuentes esos movimientos telúricos en territorio cubano.
Aunque fueron leves los daños ocasionados por el terremoto de la falla Pinar, ubicado en el municipio de San Cristóbal, en la occidental provincia de Artemisa, dejó una estela de sorpresa y preocupación, principalmente en quienes lo sintieron en edificios altos de la ciudad de La Habana.
A pesar de que esas sacudidas desde las entrañas de la tierra, ubicadas en estos dos casos prácticamente en los extremos del archipiélago y a escasos cinco días, devienen motivo de intranquilidad, lo cierto es que la aproximación de la Tormenta Tropical Elsa superó cualquier expectación.
Todo parece indicar, de acuerdo con los reportes del Instituto de Meteorología y la Defesa Civil, que no han sido significativos los perjuicios de ese fenómeno natural, cuyas lluvias y vientos se sintieron moderadamente durante este fin de semana en tierras surorientales.
De todas maneras, la historia del primer evento atmosférico de este tipo en la actual temporada ciclónica en Cuba se escribe aún, con su acercamiento a las costas centrales y el previsible tránsito al salir por las inmediaciones de la capital cubana.
Ante el panorama complejo descrito, la Revolución cuenta con una sociedad organizada y curtida en el enfrentamiento a situaciones difíciles, solidaria también hacia lo interno y con una enorme capacidad de recuperación.
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