El escritor Manuel Gómez, de la presidencia provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, expone consideraciones acerca del caudal expresivo de una villa de 505 años, matizado por el auge de manifestaciones sonoras como el son, la trova, la conga, el bolero y la comparsa.
Resalta el crítico que en ese devenir la música se convirtió en vaso comunicante entre fiestas patronales y populares, festivales y pregones, con una proyección hacia los espacios públicos, la calle, el barrio y las familias, con encomiables pluralidad, diversidad e identidad.
En medio de esas potencialidades, Gómez llama la atención hacia la necesidad de una práctica cultural y una promoción consecuentes, que sitúen a la creatividad como elemento esencial del desarrollo económico y social, con el reforzamiento de las capacidades locales y sus valores culturales.
Aludió al antiguo reclamo de los santiagueros por mayores oportunidades para los espectáculos bailables, en los cuales marcaron pautas para las orquestas cubanas escenarios como los de Carretera del Morro, Santa Úrsula y Martí y San Pedro, devenidos laboratorios y ‘termómetros’ de la aceptación popular.
El intelectual exaltó el funcionamiento del Salón del Son, que sirve como sede del laureado Septeto Santiaguero junto a la céntrica Plaza de Marte, y del Ranchón del Músico, que en el reparto Vista Alegre acoge presentaciones de la más auténtica sonoridad cubana.
Remarcó que la Red Unesco de Ciudades Creativas fue creada en octubre del 2004 y hasta el 2019 agrupaba como miembros a 246 naciones.
Las urbes de Puerto España, en Trinidad-Tobago; Santo Domingo, en República Dominicana, y La Habana, en Cuba, alcanzaron esa categoría y en el caso de la última, fue a propósito de sus 500 años en 2019.
msm/mca