Para apreciarlo basta recorrer sus más populosas calles y avenidas, algunas como la ‘Victoriano Garzón’ ya engalanadas con pendones de rojo, blanco y azul, anunciando la proximidad de la celebración del Día de la Rebeldía Nacional, el próximo 26 de julio.
Por esos azares concurrentes aunque muy diferentes en sus esencias fue también un domingo de 1953 cuando jóvenes revolucionarios, liderados por Fidel Castro, asaltaron el Cuartel Moncada e iniciaron la etapa definitiva del empeño insurreccional de los cubanos por su libertad.
Este último domingo, en un sentido contrario a la historia, grupos de individuos pretendieron sembrar el caos y la violencia en varios puntos del territorio nacional, con el respaldo del exterior y una colosal campaña mediática que manipuló la realidad a partir de sus enormes recursos tecnológicos.
Dos días después, la segunda ciudad cubana en importancia exhibe el panorama propio de las restricciones de movimiento por la Covid-19 y extraña la vitalidad de antes, sobre todo en sus ámbitos más concurridos como el Corredor Patrimonial de Las Enramadas.
En ese sitio de calidez humana y actividad comercial por excelencia, la presencia de transeúntes no es la habitual pero de algunos de sus balcones penden banderas cubanas, al igual que sucede en la Casa de Diego Velázquez, una de las más antiguas en Latinoamérica.
En esa esquina del céntrico parque Céspedes, corazón de la urbe, la enseña nacional está acompañada por la roji-negra que evoca al Movimiento Revolucionario 26 de Julio, una de las fuerzas decisivas en el triunfo del Primero de Enero de 1959.
Muy cerca de allí también, en el Callejón del Carmen, espacio de rehabilitación urbana, se echa de menos el ajetreo de los artesanos y el ambiente bohemio del bar Sindo Garay, aunque en su primer rincón la estatua de Miguel Matamoros sigue convocando al son con su guitarra.
Así lo hace la presencia de Juan Manuel Villi Carbonell, el Benny santiaguero, que irrumpe desde una de las bocacalles junto al centenario Hotel Casagranda, ataviado con su sombrero y su chaqueta holgada para remedar al cienfueguero Bárbaro del Ritmo.
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