El líder Fidel Castro manejaba el segundo de los 16 carros, la mano derecha sobre el timón sostenía la pistola mientras la izquierda empuñaba la escopeta calibre 12, en su mente repasaba un proyecto de meses.
Foto: Bohemia (pozo seco construido por Abel Santamaría para depositar las armas que se usarían en la acción)
Desde el apartamento de la calle 25 y O en La Habana, él y Abel Santamaría habían ideado el ataque a los cuarteles Guillermón Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo (oriente), para comenzar después la guerra en las montañas y derrocar el Golpe de Estado (1952) de Fulgencio Batista.
De los mil 200 hombres organizados en células, 160 jóvenes fueron elegidos para la acción y viajaron desde el occidente unas 48 horas antes del día señalado, 120 atacarían en Santiago y 40 irían contra la otra guarnición.
Haydee Santamaría y Melba Hernández, únicas mujeres involucradas, trajeron consigo en ferrocarril decenas de armas y todo estuvo a punto de descubrirse cuando soldados en la estación de trenes se ofrecieron a cargarles los pesados baúles.
Foto: AlbaCiudad (Cuartel Moncada)
Así lo confirman investigaciones históricas y el recuento de los sobrevivientes de aquella acción armada por la que el país conmemora el Día de la Rebeldía Nacional.
Sobre las 4:45 de la mañana hora local salieron los asaltantes del punto de encuentro en la granja Siboney, era domingo de carnaval para no llamar la atención, tres grupos de carros se separaron en las inmediaciones del Moncada.
El primero al mando de Abel Santamaría ocuparía el Hospital Civil que colindaba con la fortaleza; el segundo en el que participaba Raúl Castro se apoderaría del Palacio de Justicia, edificio alto desde el cual apoyarían la acción principal; y el tercer grupo, con 90 integrantes comandados por Fidel Castro, tomaría el Estado Mayor del cuartel.
Iban vestidos de sargentos para generar confusión, los revolucionarios podían reconocerse entre sí por los zapatos y las armas que eran diferentes a los del Ejército.
Una guardia no prevista desencadenó una escaramuza, disparos y la alarma del Moncada alertó al resto: el factor sorpresa se había perdido, tras un combate desigual era preciso la retirada.
Foto: Bohemia (Durante el enfrentamiento cayeron ocho asaltantes y más de 50 fueron asesinados posteriormente por el ejército batistiano)
Batista ordenó matar a 10 revolucionarios por cada soldado muerto en aquella acción, eliminó las garantías constitucionales en todo el territorio nacional y aplicó la censura a la prensa y la radio.
Abel Santamaría fue torturado y asesinado, igual que muchos de los atacantes, una situación denunciada posteriormente por Fidel Castro durante su intervención ante el tribunal que lo juzgó.
El alegato de autodefensa del entonces joven abogado, conocido después como La historia me absolverá, señaló las penurias del pueblo bajo aquella República y adelantó los programas sociales que aplicaría luego la Revolución triunfante en 1959.
Tras el presidio en la otrora Isla de Pinos, una amnistía por presión popular posibilitó a los asaltantes viajar al exilio y preparar una expedición que regresaría con 82 hombres para iniciar la guerra irregular en las montañas de la Sierra Maestra (oriente).
Investigadores coinciden en señalar la trascendencia política de las acciones del 26 de julio, que resultaron además un homenaje a las ideas del Apóstol José Martí en el centenario de su natalicio.
El pueblo de la isla celebra en esta jornada la fecha bajo el lema Mi Moncada es hoy, un llamado a defender el proyecto socialista desde el hogar, el trabajo o las redes sociales en la era del golpe suave contra Cuba.
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