Así resumió Salim Lamrani, un profesor y periodista francés, especialista en las relaciones entre ambos países, tras una larga entrevista con Michael E. Parmly, exjefe de la Sección de Intereses de Washington en La Habana, en días coincidentes con los disturbios financiados e impulsados desde el exterior contra la isla.
Publicado en la revista Etudes caribéennes, el material desgrana el pensamiento de un funcionario que quiso desarrollar su trabajo haciendo de las relaciones con Cuba un aspecto de la política exterior de su país y no un asunto de política interna en el cual sectores conservadores, en especial de La Florida, dictaran el rumbo.
Parmly es un diplomático de carrera con más de tres décadas de experiencia. Sirvió en La Habana como jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos (SINA) de 2005 a 2008 durante la administración de George W. Bush, en un momento en el cual las relaciones entre los dos países eran particularmente tensas.
La política de la Casa Blanca siempre apuntó a derrocar al gobierno cubano, y en más de 60 años, de una u otra forma, el objetivo es ese, algo que se mostró sin cortapisas en las acciones planificadas y que alcanzaron su mayor auge durante la administración de Donald Trump y que su sucesor, Joe Biden, mantiene como derrotero.
Durante su etapa al frente de la oficina, Parmly, quien se define como un diplomático de carrera y ‘un cuarto cubano’ por tener lazos familiares con el dirigente antimperialista isleño Antonio Guiteras, buscó llevar un enfoque diferente, según comentó.
El también profesor de Estudios de Seguridad Nacional en el National War College, fue partidario de la normalización de las relaciones, e incluso publicó un estudio sobre Guantánamo, en el cual pide a Washington que devuelva la base naval a Cuba.
En su conversación con Lamrani, manifestó que tuvo muchos contactos con los cubanos y con la realidad del país.
‘Tuve una conversación con la Secretaria de Estado Condoleeza Rice unos dos meses después de mi llegada a La Habana. Me dijo textualmente: ‘Michael, no quiero que conviertas a Cuba en una cuestión de política interior de Estados Unidos. Quiero que hagas política exterior en Cuba’, apuntó.
Esta declaración de Rice, dijo, fue de gran importancia para mí. ‘Mis predecesores habían interpretado su papel como representante de Miami, de la comunidad cubana en Estados Unidos. Pero Condoleeza me dijo, que quería que hiciera de La Habana una posición normal, es decir, que se ocupara de la política exterior.
Teníamos que escuchar y entender a los cubanos, ya que nadie más en el gobierno de los Estados Unidos tenía esa capacidad… Mi presidente George W. Bush no entendía lo que pasaba en Cuba y gracias a nosotros entendió un poco mejor la isla, apuntó.
Destacó que durante su gestión en la isla nunca temió por su seguridad, algo que contrasta con la postura de la administración Trump, la cual alegó de manera infundada y nunca demostrada que los diplomáticos de su país fueron agredidos por unos presuntos ‘ataques sónicos’.
Un día estaba en la Casa Blanca, en el Despacho Oval, y George W. Bush dijo: ‘Debe ser terrible para ti allí’. Le dije: ‘No, no lo es’. Dijo: ‘Bueno, todo el mundo me dice que es hostil’. Le dije que la gente es hostil si tú eres hostil con ellos. Si los escuchas, no es el caso.
Por su experiencia, sostuvo que ‘el pueblo cubano se caracteriza por su espontaneidad. Si los cubanos son disciplinados, es porque ellos lo han decidido, no porque sea una petición del gobierno. Son demasiado espontáneos para eso. Son disciplinados porque han decidido hacerlo ellos mismos’.
En otra parte de sus declaraciones señaló que los cubanos son muy cultos y son conscientes de ello. ‘La cultura cubana es muy rica. Así que los cubanos están naturalmente orgullosos de ello’, subrayó.
En su valoración de cómo los cubanos enfrentan las adversidades, señaló que ante cualquier situación complicada, ellos tienen la capacidad de ‘resolver’, otro término que utilizan mucho, es decir, de encontrar una solución, de gestionar, enfatizó.
Al ser preguntado sobre las verdaderas razones de las complicadas relaciones entre los dos países, opinó, a título personal, que desde finales del siglo XVIII, ha habido norteamericanos en Estados Unidos interesados en dominar la isla y hacer de Cuba un Estado de la Unión.
‘Los cubanos, conscientes de ello y orgullosos de sí mismos, se negaron a someterse. Todavía hay norteamericanos que piensan que Cuba debe someterse a la voluntad norteamericana, pero esa no es la voluntad de la mayoría de los cubanos’.
Lo que caracteriza a los cubanos es su orgullo y su carácter, puntualizó.
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