El aumento en la circulación del coronavirus SARS-CoV-2, los altos niveles de movilidad de la población, y el incumplimiento de las medidas de prevención, debido al exceso de confianza y la baja percepción del peligro, confluyen entre los factores que provocaron que julio fuera el peor mes de la pandemia en La Habana.
Así trascendió durante una reunión del grupo de trabajo para el control de la Covid-19 en la provincia, donde el jefe de Gobierno insistió en la responsabilidad familiar para detener la propagación de la enfermedad.
Las personas vacunadas tienen que ser conscientes de que no son ciento por ciento inmunes, comentó Marrero, y añadió que además pueden portar y transmitir el virus; de manera que es el momento de pensar en quienes todavía no reciben el inmunógeno, como los niños.
Según estadísticas del Ministerio de Salud, La Habana tiene el 75,9 por ciento de su población mayor de 19 años vacunada, lo cual repercute en que a pesar de las tasas de incidencia, la mortalidad se comporte por debajo de la media nacional (0,59 en la capital contra 0,74 el país).
El primer ministro enfatizó en el papel que debe desempeñar el sistema de atención primaria de salud para dar seguimiento a los pacientes ingresados en el hogar, cuyos cuidados deben acercarse a los de un centro hospitalario.
Asimismo, llamó a prever los modos de actuación ante un probable escenario de mayor complejidad epidemiológica, de manera que se puedan evitar improvisaciones que puedan poner en riesgo la vida de las personas.
La prioridad, en ese sentido, está en trabajar con celeridad para cortar la transmisión, así como en evitar el crecimiento desmedido de los casos, indicó.
La Habana reportó este viernes mil 736 personas positivas al SARS-CoV-2, de las ocho mil 763 diagnosticadas en el país, con lo cual julio se reafirma como el mes con mayores picos de contagios y un incremento del 57,7 por ciento en la transmisibilidad con la relación al periodo precedente.
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