Como el jamaicano Usain Bolt en sus carreras, la isla caribeña protagoniza un cierre de calendario conmovedor y el contexto advierte que el dramatismo puede tocar niveles insospechados, gracias a varias figuras dispuestas a impulsar a la isla hasta una actuación que ni el mismísimo Nostradamus podría vaticinar.
Antes de aterrizar en Tokio, las autoridades deportivas de la nación hablaron, a lo sumo, de cuatro o cinco medallas de oro, una cifra que podía –de hecho, puede- asegurar un escaño entre las 20 primeras comitivas en el evento, sin embargo, en un giro nada esperado, las cuentas engordaron ya in situ, en plan batalla.
Contextualicemos. Hace cinco años en Río, la mayor de las Antillas concluyó en el decimoctavo escalón, con un botín de 11 premios, divididos en cinco dorados, dos de plata y cuatro de bronce.
Ahora, en los Juegos de la Covid-19, enfermedad causante de un silencio olímpico nunca antes visto, la delegación cubana computa una cifra similar de premios en total, después de cuatro títulos, tres segundos escaños y otro cuarteto de terceras posiciones.
Todo ello puede cambiar en apenas unas horas, cuando Arlen López enfrente su combate final contra el británico Benjamin Whittaker, en los 81 kilogramos, en pos de obtener la segunda corona del boxeo y asegurar mejores dígitos colectivos que los alcanzados hace un lustro en la Ciudad Maravillosa.
Así, al ritmo de golpes, pueden caer como castillos de naipes todos los pronósticos que colocaron a la nación sin opciones de cumplir sus designios en Tokio, ya que cinco liderazgos casi asegurarían celebrar las metas planteadas.
Por demás, la historia no queda ahí. En un plan estrictamente objetivo, el grupo caribeño todavía tiene a otros representantes con las aptitudes para reinar: Julio César la Cruz y Andy Cruz, quienes anhelan marcar la casilla de campeones en los 91 y 63 kilos, en ese orden, en el propio concurso del pugilismo.
Un repaso a sus biografías revela cuotas de favoritismo. La Cruz luce ese estilo de riposta que lo llevó a triunfar en Río y cuatro torneos mundiales, mientras Cruz vive un presente pulcro sobre el ensogado, al punto de ser considerado el mejor libra por libra del arte de Fistiana olímpico.
Calculadora en mano, y a la espera de algún otro ‘eléctrico’ como el grequista Luis Orta (60), las preseas doradas de Cuba estarían muy por encima de lo pensado, lo cual significaría un resultado deportivo fenomenal en medio de no pocas situaciones adversas, acentuadas por la pandemia de la Covid-19.
Hasta esta fecha, el citado Orta, el enorme Mijaín López, la dupla de Serguey Torres y Fernando Dayán Jorge, así como el púgil Roniel Iglesias son los monarcas olímpicos de un territorio que respira deporte y anhela instantes de glorias en la capital nipona.
En cuanto a resultados históricos, gracias a 77 títulos, 66 segundos puestos y 77 terceras posiciones, Cuba ocupa el lugar 16 entre 206 Comités Olímpicos Nacionales, el 14 si se excluyen las desaparecidas Unión Soviética y República Democrática Alemana.
Los cómputos anteriores convierten a la isla en el segundo país más laureado de todo el continente americano, detrás de Estados Unidos, y el primero entre todas las demás naciones de la región.
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