Aunque el equipo de hockey femenino indio labró con su quehacer en Tokio 2020 un nuevo hito para el país en los Juegos Olímpicos, al quedar en cuarto lugar, los dogmas sociales se desbordaron en el caso de la destacada jugadora.
Mientras India se llenó de alegría cuando sus chicas superaron a un formidable equipo australiano en cuartos de final para reservar el boleto a las semifinales del evento, el panorama del hogar de Katariya en Roshnabad, Haridwar, pronto sería diferente.
La delantera más veterana del conjunto indio, con más de 240 partidos en su haber, libró a sus 29 años varias batallas de casta y de género esperando que la gente la reconociera cabalmente como una jugadora que marca la diferencia sobre el césped.
Las hazañas de esta mujer ‘intocable’ y ‘dalit’, una de los estratos sociales más bajos del país, que se convirtió en la primera india en marcar un hat trick ante Sudáfrica y anotó el último gol en partido perdido por la medalla de bronce contra Gran Bretaña, no lograron acallar los insultos de casta.
Esa forma antigua de división social quedó abolida legalmente en la Constitución de la India en 1950, para evitar la discriminación y abusos a los estratos inferiores de la sociedad, pero aún sigue su curso.
Después de ceder en semifinales por la mínima ante Argentina, varios hombres de las castas superiores rodearon la casa de Vandana y empezaron a hacer explotar petardos y bailaron en señal de burla mientras vociferaron que el equipo indio no podía ganar porque tenía ‘demasiados dalits’.
En la India, las diferencias de castas echaron raíces en prácticamente todos los órdenes de la vida y el sistema deportivo tampoco se libró de su presencia en un país que puso fin a la ‘intocabilidad’ en 1950 pero que siete décadas después continúan con los problemas relacionados con esta división social.
Y si pertenecer al sector dalit de la sociedad supone una vida de perdición, para las mujeres dalit es una doble marginación.
El deporte indio se provee de atletas procedentes de entornos marginados y oprimidos y en cada temporada olímpica el país ondea la bandera tricolor en apoyo a esos atletas que, irónicamente, libran batallas más duras fuera de los estadios que dentro de ellos.
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