Enclavada en el corazón de la provincia, goza de una ubicación privilegiada, en tanto no muy distante de la bahía de La Habana, del litoral norte y de las playas del este de la ciudad; unido a un relieve combinado entre llanos y elevaciones, con un valle que la distingue.
Debe su nombre a un topónimo aborigen que en lengua taina significa ‘tierra de aguas’, o lugar ‘abundante en aguas’ por los manantiales subterráneos que irrigan sus suelos y los ríos.
En la historia genealógica de los guanabacoenses, hijos de esta villa, sin duda subyace la presencia aborigen, la española y la africana, como los componentes esenciales en la formación del pueblo cubano.
Tras consumarse la ocupación y colonización de la porción occidental del archipiélago, fue este sitio el escogido como especie de ‘reducciones’ para reunir a la población nativa sobreviviente al exterminio.
Así, pasó a conocerse como ‘pueblo de indios’, muchos de los cuales con posterioridad llegaron a ser libres y convertidos al cristianismo.
Luego se sumarían los africanos esclavizados y descendientes emancipados, que trabajaban en las plantaciones de azúcar y en las labores del puerto.
Existe coincidencia histórica en cuanto a la fecha de fundación de esta localidad, el 12 de junio de 1554 con la anuencia del Cabildo habanero.
Con posterioridad, el rey Felipe V le concedió a Guanabacoa el título de villa, mediante la Real Cédula del 14 de agosto de 1743, con su escudo propio, en el que descuellan como símbolos el mar, dos castillos y una montaña.
Quiso el devenir histórico que esta entonces ‘comarca’ semirural se convirtiera por un lapso de tiempo en capital y sede del Gobierno colonial, tras el ataque del corsario francés Jacques de Sores, en 1555.
A ese suceso se le atribuye el refrán popular ‘Meter la Habana en Guanabacoa’, para aludir a la introducción de algo grande en un espacio más pequeño.
Otros acontecimientos involucrarían al territorio en la historia nacional, cuando la toma de La Habana por los ingleses, en 1762, y sus vecinos organizados en una milicia participaron en la defensa al mando del alcalde mayor provincial de la Santa Hermandad, José Antonio Gómez, en cuyo honor se nombra también ‘Villa de Pepe Antonio’.
Se toma como antecedente significativo en esa contienda el uso inédito del machete como arma de combate, lo que suele considerarse como la primera ‘carga al machete’ en la historia patria.
También de marcado interés histórico fue la presencia del Héroe nacional, José Martí, en el Liceo Artístico y Literario de Guanabacoa, en 1879, donde pronunció su primer discurso en Cuba.
El territorio constituye, quizás, el mayor reservorio en La Habana de las religiones de origen africano, desde la Regla de Ocha (Santería) hasta las sociedades secretas masculinas Abakúa.
Otra singularidad cultural tiene que ver con el aporte de grandes íconos de la música cubana como Rita Montaner, Ernesto Lecuona e Ignacio Villa (Bola de Nieve), nacidos en este pueblo.
Su paisaje y riqueza histórica y etnográfica hacen de Guanabacoa un destino singular para las modalidades de turismo natural, de ruta y cultural.
Así, la emblemática y vetusta villa habanera llega a la modernidad con cuatro siglos y medio de historia, y la cualidad excepcional de ser un fiel espejo de la cubanía.
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