Si bien durante 2020, el frágil sistema de salud pudo campear el aguacero, las cifras de casos positivos diarios y de fallecidos desde julio de este año mantienen en jaque al personal sanitario, escaso y cansado por 17 meses de combate contra la enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2.
‘La pandemia nos tiene de rodillas’, aseguró ayer el doctor Marco Antonio Barrientos, director del capitalino Roosevelt, una expresión que retrata el cuadro de la mayoría de los centros, al borde de su capacidad o totalmente colapsados por pacientes graves y moderados que llegan a diario a las emergencias.
Similar panorama presenta el nosocomio general San Juan de Dios, uno de los más grandes del país, pero ya sin áreas ni camas para seguir creciendo.
Su director ejecutivo, Gerardo Hernández, admitió en conferencia de prensa que ‘estamos topados (llenos) y no hay espacio para crecer, pues a la pandemia de la Covid-19 se suma otra casi igual o mayor, la de los accidentes de tránsito y la violencia, también con elevados números de ingresos.
Nuevas fotos del hospital temporal Parque de la Industria volvieron a sorprender en redes sociales y aunque esta vez no había personas tiradas en el suelo a la espera de una cama, se mantenía abarrotada el área de emergencias, donde se clasifican los casos para su posterior ingreso, con una mayoría de personas dependientes de oxígeno.
Un comunicado oficial de esta institución habilitada en 2020 y anunciada por el Gobierno como ‘el intensivo mejor equipado y mayor de Centroamérica’, confirmó más tarde el complejo escenario en que trabajan sus médicos con una ocupación superior al 140 por ciento.
La dirección detalló que tiene sus 300 camas llenas y tuvieron que habilitar ‘áreas emergentes de atención’ para no dejar de recibir a los guatemaltecos aún en condiciones difíciles.
El panorama en la provincia no es muy diferente, pues en el Hospital Regional de Quiché se les informaba a pacientes después de una larga espera que no había espacio en el intensivo y en ocasiones agonizan en las ambulancias de los cuerpos de socorro, también desbordados, según un reporte del diario Prensa Libre.
Similar crisis presentaba el Pedro de Bethancourt de Antigua Guatemala, Sacatepéquez, con una sobreocupación del 116 por ciento e ingresos de 15 a 20 enfermos diarios, y el temporal de Quetzaltenango
En esta tercera ola de la enfermedad, confluyen aquí cuatro variantes de preocupación según la Organización Mundial de la Salud (Alfa, Beta, Gamma y Delta) y la de interés Lambda, de ahí que en Guatemala exista la tormenta perfecta para un pronóstico tan dramático como el escenario futuro, de continuar el ritmo actual de contagios.
Un reciente modelo matemático divulgado por las autoridades de salud prevé de aquí a octubre venidero dos millones de casos acumulados si la curva mantiene el ritmo actual y se toma como punto de referencia el 23 de agosto (más de 444 mil positivos).
El supuesto crecimiento de hasta cuatro veces, indicó el viceministro Francisco Coma, choca con el rezago histórico de médicos y enfermeras en el país, lo cual hace la tormenta perfecta para agudizar el impacto de la Covid-19 en los próximos meses.
‘Esa es la debilidad y no encontramos el recurso humano suficiente para soportar ese impacto’, aseguró, ante quienes abogan como solución dotar de más camas a los intensivos.
‘Si no hay medidas severas, la curva no se podrá aplanar. Para octubre esto será caótico’, advirtió Barrientos en un llamado público a la prevención como actitud.
‘Estamos en el límite’, añadió, un mensaje a la ciudadanía que el Gobierno busca ahora desesperadamente transmitir después de fracasar en el Congreso la aprobación de un Estado de Calamidad con tibias medidas para mitigar la crisis y en medio de cuestionamientos por el manejo de la pandemia y los recursos.
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