El nombre de la estructura viene del capitán general Federico de Roncali, quien tras la propuesta de la Junta de Fomento ordenó su construcción, para integrar en la actualidad una red de instalaciones similares activas en todo el país caribeño.
El Faro Roncali se distingue por ser capaz de llevar la señal al navegante a 18 millas, con una frecuencia de dos destellos cada 10 segundos gracias a una singular torre cónica de albañilería.
Con una historia centenaria en su haber, se encarga de transmitir mensajes luminosos, de gran utilidad para garantizar una travesía sin peligro a quienes prefieren acceder a los destinos de la isla por vía marítima.
Según la leyenda, antes de la construcción del Faro Roncali, los marineros se guiaban por un gigantesco árbol que crecía en la zona, pero en las noches o días de tormentas no era visible esta referencia, de ahí los frecuentes accidentes en el paso por el borde más occidental de Cuba.
Su construcción estuvo a cargo de un grupo de especialistas encabezado por José Pérez Malo en la segunda mitad del siglo XIX, entre 1847 y 1850, con participación de esclavos y culíes chinos.
Miles de buques -del más diverso tamaño- navegan cada año por los mares cercanos a la península, con lo que se pone en evidencia la enorme importancia de esa estructura y el potencial del territorio para las actividades náuticas y el inmersionismo.
Meses de agotador trabajo llevaron a la terminación de la torre y la casa del torrero, para quedar inauguradas en septiembre de 1850.
Roncali está enclavado en un promontorio rocoso natural que se alza a unos 10 metros sobre el nivel del mar, y edificado con piedras redondeadas de más de 25 centímetros de espesor obtenidas a pico cerca del lugar donde se levanta.
A ese sitio de la geografía cubana, testigo de naufragios y de las acciones de corsarios y piratas por el Mar Caribe, solo se podía acceder por mar o a pie por caminos intransitables y peligrosos.
Por tal razón, los torreros y la guarnición no tenían otra alternativa que trasladarse al lugar en embarcaciones.
En los años 70 del pasado siglo se concretó una carretera que facilita el acceso al lugar, con lo cual se favorece uno de los más atractivos destinos turísticos de la isla, con paisajes de singular belleza, respaldados por la biodiversidad vegetal de la Península de Guanacahabibes.
Desde los farallones próximos al Faro Roncali es posible divisar paisajes de extraordinaria belleza, gracias a la biodiversidad vegetal única de la Península de Guanahacabibes, la cual fue declarada Reserva Mundial de la Biosfera por la Unesco en el año 1987.
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