Calificado como el más universal de los pintores de la nación caribeña, el creador fallecido el 11 de septiembre de 1982, dejó como herencia decenas de obras marcadas por un estilo propio, que combinaba el surrealismo y el cubismo.
Su impronta quedó impresa en obras icónicas del arte contemporáneo internacional, pues al introducir las tradiciones y espiritualidad afrodescendiente en la pintura de la mayor de las Antillas, abrió las puertas de una nueva forma de crear y de mostrar la historia común de los países del Caribe.
En ese sentido destaca su cuadro emblemático La Jungla (1943), en el cual evidencia su capacidad de fusionar visiones y vivencias, a través de la combinación del paisaje de selva, cañaveral y bosque, impregnado de símbolos, deidades, animales, rostros humanos e insinuaciones fálicas.
Esta articulación de elementos indujo al crítico Alain Jouffroy a calificar la obra como ‘el primer manifiesto plástico del Tercer Mundo’, mientras se exhibe actualmente en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, Estados Unidos.
Asimismo, su extenso catálogo recoge piezas como La silla, El Huracán, Maternidad, Ídolo, entre otras muy cotizadas por coleccionistas y galerías de todo el orbe, así como artículos de grabado, cerámica y metales.
Lam nació el 8 de diciembre de 1902 en Sagua la Grande, antigua provincia cubana de las Villas, cursó estudios en la Escuela Profesional de Pintura y Escultura, Academia de San Alejandro, de esta capital, luego viajó a Europa por una beca, y fijó su residencia primero en España, luego en Francia.
Sus piezas prestigian las más importantes galerías privadas y públicas del mundo, y es objeto de reiterados estudios especializados que aún intentan develar su esencia, por su simbolismo y confluencia de representaciones culturales.
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