En un amplio análisis publicado en el sitio de internet www.foreignaffairs.com (Los Estados Unidos de las sanciones. El uso y el abuso de la coerción económica), el académico subrayó que la verdad es que la fijación de Washington con las sanciones tiene poco que ver con su eficacia y todo con algo más: el declive estadounidense.
En teoría, las superpotencias deberían poseer una serie de herramientas de política exterior: poderío militar, caché cultural, persuasión diplomática, destreza tecnológica, ayuda económica, entre otras, indicó.
Pero para cualquiera que preste atención a la política exterior estadounidense durante la última década, resulta evidente que Washington depende de una herramienta por encima de todas: las sanciones económicas, sostuvo el experto.
El informe puntualizó que los castigos -medidas adoptadas por un país para interrumpir el intercambio económico con otro- se convirtieron en la solución a la que se recurre para casi todos los problemas de política exterior.
Añadió el experto que durante la administración del expresidente Donald Trump, por ejemplo, las medidas punitivas y de castigos identificadas durante la administración Obama se duplicaron. Al respecto, y solo en el caso de Cuba se aplicaron más de 420 acciones que aun hoy el gobierno de Joe Biden mantiene pese a promesas electorales de eliminarlas.
Al igual que contra la nación antillana, se mantiene políticas punitivas contra Irán, de presión Venezuela, Rusia, China, por citar apenas unos ejemplos.
Esta dependencia de las sanciones económicas sería natural si fueran especialmente eficaces para conseguir que otros países hagan lo que Washington quiere, pero no lo son, advirtió Drezner.
Un estudio de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de 2019, citado por el académico, concluyó que ni siquiera el gobierno federal era necesariamente consciente de cuándo funcionaban las sanciones.
En otra parte de su análisis llama la atención de que es probable que las futuras sanciones sean aún menos efectivas a medida que China y Rusia se lancen a rescatar a los actores objetivos y que los aliados y socios de Estados Unidos se cansen de la repetida aplicación de la presión económica.
En conjunto, estos acontecimientos harán que el dólar estadounidense sea menos central en las finanzas mundiales, reduciendo el efecto de las sanciones que se basan en ese dominio, agregó.
Puntualizó que Washington se enfrenta a un dilema: un número cada vez mayor de retos de política exterior y, sin embargo, dijo, cuenta con un conjunto cada vez más reducido de herramientas para solucionarlos. Mientras tanto, su herramienta favorita, las sanciones, se está desgastando por su uso frecuente.
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