Apoyado por un sector de la población y cuestionado por otros, el movimiento pudiera reunir este sábado a unas 50 mil personas en todo el país, según estimados de la Policía, cifra bien alejada del cuarto millón de protestantes que reunió el 7 de agosto.
Para los detractores del pase sanitario, este documento constituye un atentado a las libertades individuales, sobre todo después de que el gobierno decretará la obligatoriedad de presentarlo para acceder a sitios con más de 50 personas y a otros muy concurridos como hospitales -salvo los servicios de urgencia-, bares y restaurantes.
De acuerdo con las convocatorias y los cálculos policiales, en París se esperan cinco marchas con la participación de hasta 10 mil manifestantes, aunque los datos de las autoridades nunca coinciden con los registrados por los organizadores.
El ejecutivo amplió la medida el 30 de septiembre para los franceses de entre 12 y 18 años, quienes deberán presentar la prueba de vacunación para acceder a trenes, piscinas y cines.
Para el gobierno, el pase sanitario constituye una herramienta clave para frenar la pandemia de la Covid-19, la cual ha cedido terreno en suelo galo en las últimas semanas, al punto de que a partir del lunes la mascarilla no será obligatoria en las escuelas de 48 departamentos, en los que la tasa de nuevos contagios es inferior a 50 por cada 100 mil habitantes.
Esta semana, el portavoz gubernamental, Gabriel Attal, anunció la intención de mantener la posibilidad de solicitar el pase sanitario hasta el verano de 2022, lo que requerirá una nueva ley aprobada en el Parlamento.
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