Según señaló en su cuenta oficial en Twitter el ministro de Relaciones Exteriores, el misterio verdadero de los síntomas «anómalos», que se dice sufren oficiales de inteligencia y funcionarios diplomáticos norteamericanos, está en los motivos por los cuales Washington pone a los resultados científicos por debajo de las aspiraciones políticas.
Al respecto, la subdirectora general para Estados Unidos en la cancillería, Johana Tablada, reafirmó en esa plataforma que en pocos meses fueron nombradas nuevas comisiones para trabajar el tema sin publicar resultados de los grupos de trabajo anteriores.
“Ese ejercicio resquebraja la credibilidad del Gobierno norteño y prolonga el daño que hicieron a Cuba las medidas castigo por calumnias nunca demostradas”, escribió.
En octubre pasado, Rodríguez reiteró que no hubo ataques acústicos contra diplomáticos estadounidenses en La Habana y denunció la manipulación política del tema para dañar las relaciones entre ambos países.
Recordó que continúan saliendo a la luz evidencias de investigaciones no públicas sobre los llamados incidentes de salud reportados en 2017, que demuestran la inexistencia de tales agresiones.
Un informe desclasificado del Departamento de Estado norteamericano, escrito por el grupo asesor Jason, descartó la teoría de las causas que estarían detrás de los presuntos ataques.
La junta científica de élite que revisó las preocupaciones de seguridad nacional del país norteño argumentó como poco probable que los motivos de los aludidos sucesos fueran microondas o rayos de ultrasonido y sí, seguramente, grillos.
El documento, terminado en 2018, desmonta el argumento político utilizado por la administración del expresidente Donald Trump (2017-2021) para reforzar el bloqueo de Washington contra La Habana y salió a la luz ahora, para ratificar lo que ya la comunidad científica demostró.
En febrero de 2017, el Gobierno estadounidense informó al Ministerio de Relaciones Exteriores sobre supuestos ataques acústicos entre noviembre de 2016 y ese año, y acusó sin evidencias a Cuba, lo cual desde un primer momento negaron las autoridades de la isla.
Un informe del Departamento de Estado consideró improcedentes las disposiciones de la administración de Trump frente al llamado Síndrome de La Habana y calificó a los sucesos como un misterio, pues meses después de ocurridos, no se sabía qué pasó, por qué, o quién lo hizo.
No obstante, el gobierno del magnate neoyorquino desmanteló su embajada en la capital cubana e incrementó su agresividad contra el territorio insular, con más de 240 medidas coercitivas, disposiciones vigentes con la actual gestión del presidente Joe Biden.
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