La doctora en Ciencias de la Comunicación Rosa Miriam Elizalde explicó a Prensa Latina que la subversión contra la isla no es reciente, data de 1959 y siempre buscó derrocar al Gobierno, pero la novedad radica en que ahora Estados Unidos usa las plataformas digitales con todo el arsenal de las operaciones de guerra de la información.
Ello, en un panorama en el que la pandemia de la Covid-19 impuso un aislamiento social que aumentó la cantidad de horas de las personas frente a una pantalla, y en el cual entornos virtuales como Google, Twitter, YouTube, Facebook e Instagram fueron cómplices de la difusión de una falsa realidad de la nación caribeña, dijo.
A raíz de los disturbios del pasado julio en puntos del país, las redes sociales pasaron a ser eco de lo que llamaron estallido social, una presunta represión y hasta muertes de personas que luego salieron en televisión nacional para dar testimonio sobre sus propias vidas.
También hubo denuncias de hipotéticas violaciones del debido proceso penal, aun cuando, como precisaron las autoridades competentes, los detenidos contaron con todas las garantías establecidas en la legislación.
La cruzada contra el sistema de la isla hizo que plataformas “informaran” sobre la supuesta venta en tiendas en moneda libremente convertible de alimentos donados por otros países, mientras en realidad tales productos eran distribuidos gratuitamente a todas las familias.
Asimismo, la empresa comercial Fincimex tuvo que salir a denunciar las calumnias divulgadas respecto a las remesas hacia Cuba, y aclaró que paga a los beneficiarios la totalidad de los montos enviados, sin retenciones ni gravamen alguno a las cantidades gestionadas.
El rebrote de la Covid-19 en la nación en los últimos meses, los picos de confirmados diarios y las muertes por complicaciones asociadas a esa enfermedad crearon el contexto para que medios hablaran de “enterramientos ocultos” en fosas comunes y colapsos en los cementerios, historias sustentadas con imágenes de otras latitudes.
También resonó en el ciberespacio una campaña contra el Decreto-Ley 35, relacionado con las Tecnologías de la Información y la Comunicación en el territorio insular, que tipifica incidentes como el ciberacoso, las noticias falsas, pornografía, ciberterrorismo, ciberguerra y subversión.
Otro ejemplo de la intromisión de Washington en los asuntos de Cuba es el apoyo a la convocatoria a una marcha este 15 noviembre por el cambio en la isla, que exigía además la liberación de personas procesadas por los hechos vandálicos del 11 de julio.
La solicitud, debido a su carácter anticonstitucional, fue denegada por las autoridades municipales y calificada como un nuevo intento para desestabilizar la tranquilidad ciudadana.
La víspera, el canciller Bruno Rodríguez condenó la operación política de Estados Unidos contra esta nación, que incluye el acceso gratuito de los cubanos a redes privadas, desde sus servidores, para el uso de Internet y el fomento de campañas tóxicas.
En opinión de expertos, el territorio sufre una agresión comunicacional sin precedentes, pero la isla defiende su soberanía y el derecho a la paz ante esa maquinaria subversiva que hace del odio y la violencia una práctica cotidiana en su neurosis contra Cuba.
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