En una simbiosis admirable entre lo antiguo y lo moderno, lo patrimonial y lo histórico, la séptima villa fundada por los españoles en el archipiélago hace 506 años muestra a los visitantes un atractivo panorama que combina el azul del mar y el verde de las montañas, y donde las escalinatas ayudan a sortear una accidentada topografía.
Como epicentro de la trama urbana está el Corredor Patrimonial de Las Enramadas, arteria comercial por excelencia en la que confluyen frecuentemente los habitantes del lugar, sorprendidos en ocasiones al encontrar allí a amigos y conocidos a quienes no habían visto en largo tiempo.
Los hospedajes Gran Hotel, Imperial y Enramadas ofrecen a lo largo de esa calle atractivas posibilidades de alojamiento con la cercanía de centros gastronómicos, culturales y comerciales en un conjunto que tiene como su más reciente adquisición la Bodeguita del Medio, parte de la franquicia de la emblemática taberna habanera.
El parque Céspedes, con la catedral y la casa del conquistador español Diego Velázquez —considerada la más antigua de la nación—; la Plaza de Marte, o el imponente Castillo de San Pedro de la Roca, erigido a la entrada de la bahía en el siglo XVII, resultan sitios infaltables para quienes busquen acercarse a la historia y la cotidianidad de la urbe, famosa también por ser cuna del ron ligero cubano.
Ciudad musical por excelencia y lugar de origen de varios géneros tradicionales del pentagrama cubano, exhibe en la emblemática Casa de la Trova, la de mayor edad en la isla, un verdadero templo que venera al trío Matamoros, a Ñico Saquito, Sindo Garay, Compay Segundo y otros grandes.
El carnaval local —el más relevante del país y realizado cada año en el mes de julio— fue declarado en 2015 Patrimonio Cultural de la Nación. El nombramiento reconoció la tradición popular y los valores artísticos sintetizados en el llamado Rumbón Mayor, cuya celebración se vio limitada por la pandemia en 2020 y 2021.
LINAJE HISTÓRICO
Un intento aproximado a las virtudes de la urbe —segunda en importancia en la isla— pone en primer plano su linaje histórico, que tiene en la Loma de San Juan los vestigios de la primera contienda imperialista en el mundo, cuando en estos predios se desarrolló parte de la guerra hispano-cubano-norteamericana a finales del siglo XIX.
Cumbre de ese abolengo es el Cuartel Moncada, asaltado por el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, y otros jóvenes de su generación el 26 de julio de 1953, para acabar con la ignominia que se desprendió de aquella república neocolonial iniciada en los albores del siglo XX bajo la interferencia de Estados Unidos.
El actual parque-museo Abel Santamaría y el Palacio de Justicia, atacados también ese día, forman parte del conjunto monumental que evoca el acontecimiento. Las casas natales de adalides de las luchas revolucionarias se integran también en esos tesoros de la memoria.
Con celo conserva la ciudad, en el cementerio patrimonial de Santa Ifigenia, los restos mortales del Héroe Nacional, José Martí; del iniciador de las gestas libertarias en el siglo XIX, Carlos Manuel de Céspedes, y de la Madre de todos los cubanos, Mariana Grajales. A esa tríada inmortal se incorporó, desde el domingo 4 de diciembre de 2016, Fidel Castro, cuyas cenizas reposan en una sencilla roca-monumento.
El poblado de El Cobre, uno de los sitios más visitados con su Santuario de la Virgen de la Caridad, Patrona de la isla, merece capítulo aparte, al igual que el Museo Bacardí, primero en el país.
Santiago, ese entramado físico de enormes valores culturales y arquitectónicos, abriga a personas por lo general alegres, extrovertidas, solidarias y comunicativas que dan la bienvenida al visitante, orgullosas de la tierra que habitan.
(Tomado de Prisma)