Beirut (Prensa Latina) El peor año en la historia de Líbano concluye sin esperanzas de una solución, pues el Gobierno instalado en septiembre sigue sin encontrar cómo lidiar con la peor crisis económica y financiera en décadas.
Un reporte del Banco Mundial indica que 80 por ciento de los libaneses cayó por debajo del umbral de la pobreza, situado en 3,64 dólares diarios.
La depreciación de la moneda nacional llegó a más de 100 por ciento de su valor respecto al dólar estadounidense.
Con sus salarios, 90 de cada 100 de los empleados que ganan en libras libanesas, no pueden mantener a sus familias ni tampoco asumir los gastos de medicamentos u hospitalizaciones.
De otro lado, la inflación destruyó el poder adquisitivo de la ciudadanía, porque los minoristas transfieren a sus clientes la diferencia que deben pagar en divisas a sus proveedores.
En el último cuatrimestre de 2021, el gobierno comenzó a eliminar los subsidios a los combustibles, los medicamentos y otras prestaciones ante la falta de afluencia de divisas frescas.
Desde finales de 2019, las entidades bancarias prohibieron la extracción de dólares a los depositantes con el argumento de que está en peligro lo que llaman reserva obligatoria.
De acuerdo con el Banco Central de Líbano (Banque du Liban), la disminución llegó hasta unos 14 mil 500 millones de dólares estadounidenses, intocables porque pertenecen a ahorristas privados.
EXCEPTICISMO EN LA CIUDADANÍA
Las redes sociales se hacen eco del escepticismo en cuanto a la posibilidad de salir de tal bancarrota con apoyo de donantes e inversionistas que prometieron ayuda financiera bajo condiciones.
Estas últimas consisten en la aplicación de reformas estructurales destinadas a eliminar la corrupción, la mala gobernanza y el saqueo al erário imperantes desde el final de la guerra civil de 1975 a 1990.
También cuestionan si estará a la altura un movimiento masivo de protesta iniciado en 2019 que demandaba un cambio total en la elite gobernante.
No hay confianza alguna, porque representa los intereses de un sistema que causó el colapso del país, resumen cibernautas, al tiempo que otros indican que es más de lo mismo sobre las causas que llevaron al país a la debacle de hoy.
Los usuarios de la red de redes califican al ejecutivo de régimen del salitre, la esterilidad y la corrupción y una continuidad de la política de cuotas sectarias para repartir poder con la cual trabajaron todos los gabinetes anteriores.
LA CONEXIÓN SAUDITA
Líbano está sometido a un asedio desde el exterior, que se refleja en las medidas de coerción ejercidas por su antiguo benefactor, Arabia Saudita.
Riad primero suspendió importaciones agrícolas libanesas con el pretexto de que camuflaban drogas ilícitas y luego consideró insultantes las declaraciones sobre Yemen del ministro de Información, George Kordahi.
El expresentador de televisión calificó de absurda la guerra en el país más pobre de la comunidad árabe y dijo que los rebeldes hutíes se defienden de una agresión militar encabezada por Arabia Saudita.
Las medidas adoptadas por el reino saudita las imitaron de alguna manera sus aliados del Consejo de Cooperación del Golfo (Pérsico), Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait.
Kordahi no se retractó de sus opiniones emitidas en agosto, un mes antes de asumir como titular de Información, y afirmó que no se disculpará, pues ni ofendió ni agredió a nadie.
Arabia Saudita exigió la renuncia del ministro para normalizar las relaciones, aunque la percepción de los analistas anota que esa presión forma parte de un plan mucho mayor.
La escalada poco tiene que ver con lo que dijo, sino con el tira y afloja entre Riad y Teherán, subrayó el analista político Karim Bitar.
“Kordahi fue sólo un pretexto para algo que estaba en preparación, convertir a Líbano en uno de los campos de batalla entre Irán y Arabia Saudita junto con Siria, Yemen e Iraq”, opino.
En todos esos casos, agregó, los dos rivales regionales apoyan bandos opuestos.
A mediados de octubre, un tiroteo en la localidad capitalina de Tayouneh (Badaro) estuvo a punto de arrastrar a Líbano a una guerra civil.
Los partidos movimiento Amal e Hizbulah, los más afectados en ese incidente, apuntaron que los autores del mortal episodio aspiraban a provocar un conflicto interno y esconder lo ocurrido en la explosión en el puerto capitalino el año pasado.
El 4 de agosto de 2020 el siniestro en almacenes con cientos de toneladas de nitrato de amonio causó más de 200 muertos, seis mil 500 heridos, unos 300 mil desplazados y destrucción en gran parte de la capital.
La balacera se registró cuando un grupo de manifestantes de Amal e Hizbulah se dirigían al Palacio de Justicia para condenar la politización de la pesquisa por la catástrofe en la terminal marítima.
Desde edificios cercanos, francotiradores dispararon contra la marcha que dejó un saldo de siete muertos y más de 60 heridos.
Con ese ataque, dijeron, hay facciones interesadas en encubrir la participación en el desastre del puerto y sacar ganancias políticas.
Los dos partidos de confesión musulmana chiita demandaron de sus correligionarios conservar la calma y evitar caer en la trampa de un conflicto mayor, pues las escenas narradas por testigos recordaron las batallas de los años 70 y 80 del siglo pasado en Beirut.
*Corresponsal jefe de Prensa Latina en Líbano
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