Estas poblaciones tienen una amplia gama de desventajas relacionadas con la pobreza, empleo, programas materno-infantiles, falta de acceso a una vivienda adecuada y a servicios básicos como agua potable y saneamiento, subrayó la entidad en el documento.
Destacó que el limitado acceso de los afrodescendientes a la atención sanitaria se traduce en «altas tasas de mortalidad materna, embarazos precoces y perfiles epidemiológicos en los cuales predominan la enfermedad drepanocítica, las crónicas como la diabetes, hipertensión y el VIH».
Titulado «La salud de la población afrodescendiente en América Latina» y enfocado en analizar los datos de los indicadores socioeconómicos de 18 países, describió que 134 millones de habitantes de la región se identifican como afrodescendientes.
Seamos francos, las inequidades en salud que enfrentan estas personas se dan en un contexto de discriminación y racismo institucional, muchas veces exacerbado por las desigualdades de género, escribió la directora de la OPS, Carissa F. Etienne.
Se manifiestan desde los primeros años de vida, los riesgos de salud acumulados aumentan con la edad y producen contrastes significativos en los niveles de mortalidad y esperanza de vida, amplió la doctora.
En consecuencia, detalló, factores vinculados con la estigmatización, junto con las diferencias en materia de género y las desventajas sociales y económicas, explican los malos resultados en salud de las personas afrodescendientes.
Tales comunidades se han visto aún más expuestas y exacerbadas por la pandemia sin precedentes de la Covid-19, tanto en sus efectos directos como indirectos, sentenció la autoridad.
En muchas naciones del subcontinente las desventajas para ellos son profundas, advirtió el texto, que ejemplificó con el caso de Ecuador, donde la tasa de mortalidad materna de las mujeres afrodescendientes triplica la de mortalidad materna general.
Similar comparación en Colombia es 1,8 veces mayor, en Brasil está un 36 por ciento por arriba; mientras en Uruguay la proporción de esa población con acceso limitado al agua potable representa un 42 por ciento.
La OPS recomendó mejorar las políticas de salud pública para este segmento al incorporar «los conocimientos específicos y prácticas ancestrales, el respeto a su autonomía, cultura y costumbres, así como la creación de escenarios participativos que propicien la igualdad de oportunidades».
Estos resultan temas urgentes e impostergables si se quieren asegurar procesos equitativos e incluyentes como garantía del derecho a la salud de todas las personas afrodescendientes, concluyó el informe.
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