La evaluación inicial de la escena encontró que dos rinocerontes ya habían sucumbido a sus heridas, mientras que los dos restantes, aunque aún vivos, estaban gravemente heridos», dijo el propietario de la reserva Inverdoorn, Searl Derman.
Lamentablemente, dijo la administración de la reserva en un comunicado, la Unidad Anticaza furtiva pronto confirmó la muerte de los dos rinocerontes heridos. Una de las hembras muerta, agregó, estaba embarazada
Según trascendió, se identificaron en el lugar disparos de rifle de gran calibre provistos de silenciadores.
Horas más tarde del hecho, el equipo encontró a una quinta hembra lesionada. Le dispararon en la cara, pero aún estaba viva.
Según se explica en el texto, el hecho se produce en un momento en que la industria del turismo nacional, de la cual forman parte los cotos privados de caza (regulada), ya estaban en una situación económica precaria por las continuas prohibiciones de viajes internacionales a causa de la Covid-19.
La caza furtiva de rinocerontes es un negocio altamente lucrativo del que se nutren las redes internacionales de tráfico ilegal, que venden a precios exorbitantes los cuernos de esos animales, muy deseados por la medicina tradicional asiática a causa de supuestas propiedades afrodisíacas y contra el cáncer.
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