En el cementerio del Alto de las Cruces, en Luanda, tuvo lugar la ceremonia porque “hay acontecimientos históricos que nada ni nadie podrá borrar”, dijo el colabordor Rafael Enrique Santaelena, evocando palabras del líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro.
Entre los muchos méritos de Díaz-Argüelles, sobresale su participación en la lucha por la independencia de Angola, en respuesta a la solicitud de ayuda militar formulada por António Agostinho Neto en agosto de 1975, recordó el funcionario.
Con el nombre de guerra de Domingo da Silva, el combatiente perdió la vida en la madrugada del 11 de diciembre de 1975 en la comuna de Hengo, provincia de Cuanza Sur, durante la batalla de Ebo, la cual ayudó a contener el avance hacia Luanda de tropas invasoras del entonces régimen sudafricano del apartheid.
Aquel día, el transportador blindado en que se trasladaba hizo contacto con una mina antitanque, rememoró Santaelena, en breve síntesis sobre la trayectoria del comandante.
Ascendido póstumamente al grado de general de brigada el 2 de diciembre de 1976, Díaz-Argüelles también fue reconocido años más tarde con el título honorífico de Héroe de la República de Cuba y en 2019 fue condecorado post mortem con la Orden Agostinho Neto, la más alta distinción que otorga el Estado angoleño.
Los restos mortales de los combatientes cubanos en tierras africanas fueron trasladados a suelo patrio a fines de 1989, pero en el camposanto luandense nunca faltan en diciembre ni las flores frescas ni la simbólica visita de médicos, maestros, enfermeros, técnicos de la salud, militares, constructores y diplomáticos de la mayor de las Antillas.
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