Especialistas de instituciones culturales, artistas y autoridades santiagueras departieron acerca de las vías y maneras para la sostenibilidad de tan notable atributo que solo ostentan otras 294 demarcaciones, en una categoría establecida por la Unesco.
En esa suerte de pase de revista al caudal sonoro de la villa de 506 años sobresalieron los carnavales, declarados Patrimonio Cultural de la nación y una de más auténticas expresiones de la cultura popular tradicional que se asienta en un devenir de siglos.
La diversidad de eventos fue otro de los asuntos analizados, a partir de los Festivales de Coros, de la Trova y del Son, con alcance internacional, y el Jazz Plaza como subsede, además de la programación musical inherente al Festival Internacional del Caribe en sus 40 ediciones.
Las sesiones teóricas estuvieron también acompañadas por presentaciones de músicos santiagueros con un espacio fundamental en la calle Heredia, la arteria cultural por excelencia de la ciudad con su emblemática Casa de la Trova, y el cercano parque Céspedes que acogió el concierto final.
Entre los homenajes de la cita sobresale el recibido por el ingeniero grabador Máximo Espinosa, quien ha aportado ingenio, creatividad y talento en discos galardonados con los premios Grammy, a partir del trabajo desarrollado en los Estudios Siboney, de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales.
Los Museos de la Música y del Carnaval, junto a la Universidad de Oriente, la Oficina del Conservador de la Ciudad, la Casa del Caribe, las filiales de la Unión Nacional de Escritores y Artistas y de la Asociación de Jóvenes Artistas Hermanos Saíz estuvieron entre los participantes.
Desde que la organización de Naciones Unidas para la Ciencia, la Educación y la Cultura hizo pública en noviembre último desde París la declaración que distingue las dotes musicales de la ciudad, han sido constantes los empeños para confirmar la validez de tal determinación.
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