Esta región, a unos 20 kilómetros de Trinidad- villa declarada por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad-, tiene un clima particular que beneficia la salud y donde se conserva el 45 por ciento de las aves endémicas, además de contar con cuevas, ríos, cascadas y saltos de agua.
Dicho reservorio ecológico está situado a unos 800 metros sobre el nivel del mar y a 360 kilómetros al este-sur de La Habana, con el Pico Potrerillo como cumbre insigne, con 891 metros y donde en la etapa invernal se reporta cerca de cero grados.
Entre las especies identificadas sobresale el ave nacional, el Tocororo- cuyo plumaje tiene los colores de la bandera: azul, rojo y blanco-; el más pequeño búho del Caribe insular, el sijú cotunto; el zunzuncito; el carpintero churroso y el sijú platanero.
Otros de los distintivos del hábitat son la ranita Colín, considerada una de las más pequeñas del planeta, y los helechos arborescentes que crecen en los riscos.
En cuanto a la flora sobresalen la Flor Nacional, la Mariposa (Hedychium coronarium), cerca de 20 especies de pinos, 12 de eucaliptos y más de un centenar de plantas ornamentales.
Para el joven campesino Alberto Castillo, el Salto del Caburní es sitio obligado para quienes visitan el parque y está entre los más importantes de Cuba, con una caída de unos 64 metros.
Como complemento, en la comunidad de Topes de Collantes se puede visitar el Museo de Arte Cubano, la Plaza de las Memorias, el Reloj de sol, la Casa del Café y la del Chocolate.
Este paraje del centro sur de Cuba fue catalogado por el periodista ya fallecido Pedro Pérez como un paraíso entre las nubes porque, al retirarse el velo formado por la neblina, se descubre la inmensidad de sus riquezas naturales.
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