A través de su cuenta en Twitter, el titular de Relaciones Exteriores de la isla, Bruno Rodríguez, enfatizó que esos acontencimientos están instigados desde el exterior para subvertir el orden interno y desestabilizar al gobierno constitucional de ese país amigo.
La Cancillería rusa también declaró que considera los recientes hechos en Kazajastán como un intento concebido desde el exterior para socavar de manera violenta la seguridad y la integridad de esa nación asiática.
Las manifestaciones comenzaron el 2 de enero en las ciudades de Zhanaozen y Aktau, en el suroeste, donde los residentes protestaron contra la subida de los precios del gas natural licuado.
Dos días después se produjeron disturbios y enfrentamientos con la policía en Almaty (sureste) y otras ciudades kazajas, en los que se registran muertos y heridos, además de cuantiosos daños a edificios públicos y empresas y numerosas acciones de vandalismo.
El mandatario kazajo, Kasym-Zhomart Tokáyev, decretó el estado de emergencia durante dos semanas en todo el territorio del país y destituyó al Gobierno.
Tokáyev se puso al frente del Consejo de Seguridad nacional y en su última reunión tachó de terroristas a los implicados en los enfrentamientos, a la vez que prometió medidas severas contra los culpables.
Pese a la dimisión del Gobierno y a la orden presidencial de regular de inmediato los precios del combustible, las protestas continuaron.
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