La ministra de Salud Jane Ruth Aceng dijo que la mayoría de las unidades son de la farmacéutica estadounidense Moderna y un pequeño número (279) de la anglosueca AstraZeneca que debieron emplearse durante una masiva campaña de inmunización en la norteña subregión de Acholi.
Aceng atribuyó la baja tasa de inoculación a los mitos e ideas que calificó de erróneas sobre los efectos de los inmunógenos.
De hecho, explicó en declaraciones citadas por el portal Daily Monitor que el ejecutivo adquirió equipos para guardar la cadena de frío del medicamento por 8,3 millones de dólares.
Uganda, 45,7 millones de habitantes, solo vacunó con esquema completo al cuatro por ciento de la población (1,81 millones de personas). Desde el comienzo de la pandemia reportó 157 mil afectados y poco más de tres mil 300 fallecidos.
Las autoridades querían inocular a 22 millones de ugandeses mayores de 18 años de edad al concluir el calendario pasado, pero solo consiguió poco más de la mitad de la meta.
En diciembre del año pasado Nigeria destruyó más de un millón de dosis de vacunas caducadas y decidió no recibir más lotes próximos al vencimiento, uno de los señalamientos al mecanismo Covax en sus distribuciones a países pobres, incluidos los africanos.
De hecho, la directora de la División de Suministros del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Etleva Kadilli, dijo en Bruselas que más de 100 millones de unidades fueron rechazadas en 90 países debido a su próxima fecha de vencimiento.
Kadilli advirtió que esos países afectados retrasaron los suministros porque no cuentan con suficientes instalaciones de almacenamiento, incluidos los refrigeradores para la conservación de las vacunas.
Covax, el programa global codirigido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), entregó unos 989 millones de vacunas contra la Covid-19 a 144 países.
Esto se debe a una combinación de suministro limitado que va a los países de bajos ingresos durante la mayor parte del año y luego llegan lotes cercanos a su vencimiento y sin partes clave, como las jeringas, señaló recientemente el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
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