Según informó la canciller británica, Liz Truss, en un comunicado, los fondos serán utilizados para suministrar alimentos, servicios de salud y agua a más de 2,7 millones de personas.
A principios de esta semana, el gobierno aprobó hacer una excepción a las sanciones impuestas por Naciones Unidas al movimiento islámico talibán que tomó el poder en Afganistán seis meses atrás, para facilitar el trabajo de las agencias humanitarias sin temor a posibles represalias legales.
El nuevo paquete de ayuda británica, que forma parte de los más de 300 millones de dólares prometidos por Londres al pueblo afgano, será canalizado por el Fondo Humanitario de la ONU para Afganistán, el Programa Mundial de Alimentos y la Unicef.
Ningún financiamiento irá a parar directamente a las manos de los talibanes, advirtió el texto.
El miércoles pasado, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, abogó por suspender las sanciones y condiciones que restringen, no solo la economía de ese territorio, sino también las operaciones de asistencia para salvar vidas.
La comunidad internacional no puede abandonar en estos momentos al pueblo afgano, que necesita paz, esperanza y ayuda cuanto antes, justo cuando su vida cotidiana se convierte en un infierno helado, recalcó el diplomático portugués en una intervención ante el Consejo de Seguridad del organismo internacional.
Según la ONU, se necesitan ocho mil millones de dólares para mantener los servicios esenciales en Afganistán.
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