Un artículo aparecido en la revista internacional de ciencia marina Seven Seas y firmado por Helen Yaffe, pone de manifiesto cómo el enfoque cubano frente a la adaptación climática ofrece una alternativa a los paradigmas dominantes a nivel mundial basados en el sector privado.
Según la autora, la isla lo logra gracias a cuatro pilares fundamentales, como una economía de planificación centralizada y dominada por el Estado que ayuda al gobierno a movilizar recursos y dirigir la estrategia nacional sin incentivar las ganancias privadas, a diferencia de otros países dependientes de las «soluciones de mercado».
En segundo lugar, cita, la fuente, la Tarea Vida (programa nacional de adaptación al cambio climático) se basa en el récord mundial líder de Cuba de anticipación y respuesta a riesgos y desastres naturales.
Todo lo cual queda demostrado con frecuencia en su reacción frente a huracanes y, desde marzo de 2020, en relación con la pandemia de Covid-19, considera.
A su juicio, un tercer elemento estriba en la capacidad organizativa y movilizadora del sistema de Defensa Civil, establecido tras el devastador huracán Flora de 1963 y, el cuarto, en la efectividad del país antillano para recopilar y analizar datos locales.
Pese a que la administración de Donald Trump (2017-2021) endureció severamente las medidas estadounidenses contra Cuba, obstruyendo aún más su acceso a recursos y finanzas, y la pandemia golpeó aún más la economía a través de la pérdida de ingresos por turismo, en materia medioambiental ha habido logros tangibles, destaca Yaffe.
En ese periodo, detalla, se ha reubicaron un 11 por ciento de las viviendas costeras más vulnerables, se establecieron granjas de coral, fueron recuperados 380 kilómetros cuadrados de manglares, sirviendo como defensa costera natural; y se invirtieron mil millones de pesos en el programa hidráulico del país.
El enfoque cubano de adaptación y mitigación climática, opina, tiene una relevancia cada vez mayor para los SIDS (Pequeños Estados Insulares en Desarrollo) del Caribe que dependen del turismo y otros países del Sur Global, que emergen de la pandemia de Covid-19 con niveles de endeudamiento que obstruirán el acceso futuro a la financiación internacional.
La praxis de la isla de «utilizar la ciencia ambiental, las soluciones naturales y la participación comunitaria puede proporcionar ejemplos de mejores prácticas para aquellos que sí quieren enfrentar el desastre climático”, concluye.
oda/ifs