Los dirigentes de Mali, que tomaron el poder en agosto de 2020, dieron ayer un plazo de 72 horas para que el embajador francés, Joel Meyer, abandonara el país ante las declaraciones “hostiles e indignantes” realizadas recientemente por el ministro de Asuntos Exteriores, Jean Yves Le Drian, quien acusó a la junta militar de “ilegítima” y de “adoptar medidas irresponsables”.
“La situación no puede permanecer como está. A mediados de febrero, trabajaremos con nuestros socios para ver cuál es la evolución de nuestra presencia en el lugar”, declaró Attal, al tiempo que consideró necesario “planificar una adaptación” de su sistema en Mali con respecto al “gradual aislamiento” de este país.
El portavoz recordó que, tras nueve años de lucha contra los grupos armados islamistas en la región, Francia ya comenzó la retirada gradual de tropas del contingente multinacional Takuba y “lo seguiremos haciendo”, dijo.
La antigua potencia colonial cuenta con más de cuatro mil soldados en el Sahel, más de la mitad de ellos en Malí, y a pesar de la reducción de tropas iniciada el pasado verano, los efectivos de la fuerza antiyihadista se vio compensada con la llegada de refuerzos europeos.
En cualquier caso la continuidad de la misión dependerá de la voluntad del gobierno de Bamako, y una eventual negativa supondría un importante revés para el presidente francés, Emmanuel Macron, pues por el momento ningún país de la zona parece dispuesto a albergar a los militares europeos.
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