La iniciativa pretende recuperar la saturación y el contraste de los colores y neutralizar mediante la ciencia el implacable ataque del tiempo al trabajo del artista, inmortalizado por su obra maestra La Libertad guiando al pueblo, con frecuencia utilizada como símbolo de la democracia de Francia.
En enero de este año reencontró su espacio en las salas rojas del museo más famoso del mundo la pintura Mujeres de Argel en su apartamento, después de meses de una meticulosa labor de restauración mediante la cual se eliminó la mayor parte del barniz alterado y se atenuaron las grietas, preservando la sinfonía decorativa.
“No hay un cuadro más bello en el mundo”, manifestó alguna vez Auguste Renoir, y qué mejor carta de presentación que el criterio de uno de los genios del impresionismo.
La pintura es fruto de un viaje único que realizara Delacroix a Marruecos y Argelia en 1832, y en particular de la experiencia de visitar en Argel el harén de un corsario turco, periplo norafricano que marcó su trabajo durante las siguientes tres décadas, hasta su muerte.
Mujeres de Argel en su apartamento fue expuesta en el Salón Anual de 1834 y atrajo la atención por la expresión nacida de los colores y ese rasgo distintivo que caracterizó al artista, todo un maestro en la creación de sensaciones de lo real a lo imaginado.
En 2020, el Louvre restauró Escena de las masacres de Quíos: familias griegas esperando la muerte o la esclavitud, y en febrero de este año desmontó el cuadro La muerte de Sardanápalo (1827) de manera temporal para hacer un estudio preliminar de cara a su retoque.
(Tomado de Orbe)