Por Yelena Rodríguez
Periodista de la Redacción de Cultura
De todos esos vestidos que luce, sépase que con soberbia elegancia Mestre prefiere el ropaje de la pedagogía porque conoce cada paso del procedimiento, desde el diseño hasta el proceso de personalización, sabe bien cuánto de amor se requiere para “formar a los hombres futuros que van a salvar la nación”.
La maestra se nombra una chovinista sin remedio y asevera que “la enseñanza artística cubana teje el futuro de la espiritualidad de este país” porque en esas aulas no se forman artistas para entrar al “star system” sino para ser parte de la construcción de una sociedad culta, sólida y poderosa.
Mestre se emociona cuando habla de Cuba y la vocación de un sistema que “ofrece una educación gratuita, accesible para todos los hijos de este pueblo, sin distinción alguna”.
Además, tiene como prioridad que las personas “levanten su techo” y obliga al ejercicio de pensar, afirmó en exclusiva con Prensa Latina.
La recordada Bernarda Alba del teatro y la televisión reconoce en la enseñanza artística de la isla su capacidad para “encontrar los mejores talentos, profundizar en su formación y lograr la jerarquía precisa para consolidar el movimiento artístico en general”.
“Aquí la enseñanza no produce dinero, al contrario, es costosa”. En otras partes del mundo deviene privilegio de unos pocos adinerados o algunas becas o excepciones de ayuda que brinda el gobierno o las costosas academias.
Sin embargo, sentenció, en la isla “se cubre una formación que transita desde la escuela primaria, la secundaria, el pregrado, el postgrado y posibilita al alumno llegar hasta los más altos escalones académicos”.
Enseñar en Cuba es -a su juicio- un logro solo posible luego del triunfo de la Revolución en enero de 1959 y un reto por ser una nación del Tercer Mundo que debe suplir muchas de sus necesidades primordiales con creatividad.
“Hemos levantado el movimiento artístico con una valía inmensa. Nuestra enseñanza está por encima, muy por encima de los niveles de otras partes del mundo. Yo diría que es una de las mejores”, agregó.
Conversar con Corina Mestre en medio de su movido ritmo laboral desata la insania en el salón de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba que se vuelve un ir y venir de colegas, amigos y alumnos, quienes concurren allí a menudo a coordinar trabajo y beber de su sapiencia.
EN EL MUNDO DEL TEATRO Y LA ENSEÑANZA ARTÍSTICA
Aquella niña nacida en La Habana, estudiosa de las Matemáticas, graduada de Sociología y con formación militar, se posó en el mundo del teatro en virtud de la poesía y los versos de José Martí, el Movimiento de la Nueva Trova y de los Artistas Aficionados.
“Nunca imaginé que esta sería mi vida, siempre lo tomé de hobby”, afirmó la actual actriz prominente que recuerda con especial ternura y agradece a quienes fueron sus maestros: el instructor de teatro Humberto Rodríguez y la conocida actriz Raquel Revuelta.
Con el norte de estos gigantes de las tablas como punto cardinal, Mestre comenzó a retozar por las artes escénicas para “explorar lo aprendido” y, más tarde, educarlo. Primero en el rol de profesora auxiliar de Revuelta y luego tutelando a otros noveles como la actriz Beatriz Viña.
A estas aulas llegó con los versos del patriota y cubano más universal, hijo de Leonor Pérez y Mariano Martí, y aquella lírica que fraguó su alma.
“Para mí Dios es la poesía. Sin ella, el día debe tornarse oscuro y amargo”. Por eso (…) yo terminaba mis clases con versos de José Martí (…). Creo que así pude escalar hondo por el respeto al país, a la profesión y la formación de valores”, precisó.
Cuando el jurado del Premio Nacional a la Enseñanza Artística en Cuba la premió en 2016, por su dedicación a la formación de nuevas generaciones, el presidente del tribunal Elmo Hernández sentenció que en ella “encarna el paradigma histórico de la enseñanza de las artes en el país”.
Exageraciones, consideró Mestre aquellos elogios que (sonriendo) agradecía, pero relacionaba más con la exaltación del momento o la habilidad del ser humano de adjetivar superlativamente.
FOMENTAR VALORES
“Soy una maestra corriente. Eso sí, mi vocación primera es la del magisterio”. Creo que, más allá de enseñar la técnica, la misión del maestro está en fomentar valores porque la mejor manera de enseñar es a partir de la verdad y el ejemplo personal”, explicó.
“No puedes exigirle a un estudiante que sea comprometido, si no lo eres. Que crea en los poderes creadores del pueblo, en la humildad y la bondad, si no crees”, argumentó esta señora maestra, la personificación de un verdadero evangelio vivo.
Desde que eligió el magisterio, Corina Mestre disfruta mucho más del trabajo y los éxitos de sus alumnos que los propios. Escuchar cuando los elogian o le cuentan sus proyectos, verlos crecer más allá de la actuación.
Apuesta por la academia como centro neurálgico para la formación de un artista y este vocablo es, según subrayó, el clímax en el desarrollo de un creador y el orgullo más grande de un maestro.
La Premio Nacional de Teatro en 2022 es a veces un poco estricta en determinados aspectos de la vida, por ejemplo, algunos conceptos musicales que, según expresó, “quemaría en la hoguera”. Por eso como pedagoga ha pasado mucho tiempo impulsando lo mejor de la poesía y la música.
Ella se define también como una persona presta a la ayuda e impulsora de iniciativas socioculturales, que promueve el arte en las comunidades y lleva a los estudiantes a las zonas donde hay más precariedades para acceder a determinadas propuestas artísticas.
“Más que actuación me interesa enseñarles y prepararles para la vida, que se conozcan como cubanos porque el actor necesita comprender profundamente su sentido y esencia como nación para poder reflejar los problemas de sus similares y entenderlos mejor, recalcó.
El Premio del Barrio 2021, Cumanayagua en Cienfuegos, la Guerrilla de Teatreros en Granma, la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa y un proyecto comunitario en Pinar del Río testifican esta práctica de llegar a lugares más difíciles donde, precisó, “el arte es mucho más útil y cumple una mayor función”.
Sobre este tipo de pedagogos también habló el Apóstol y Corina Mestre bien lo sabe. Tal cual dijo el poeta la escuela ambulante es la única capaz de remediar la inopia artística en esos lugares intrincados y abrir una campaña de ternura con los “maestros misioneros”.
“He ahí, pues, lo que han de llevar (…) por los campos. No sólo explicaciones agrícolas e instrumentos mecánicos; sino la ternura, que hace tanta falta y tanto bien a los hombres”, afirmó José Martí.
arb/yrv
