Los datos que tenemos ahora sobre el impacto de la actual pandemia en el plano mental es solo la punta del iceberg, declaró el director general de la entidad, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
“Esta es una llamada de atención a todos los países para que presten más atención a la salud mental y hagan un mejor trabajo para apoyar a sus poblaciones”, reclamó el alto funcionario.
Una de las principales explicaciones del texto sobre el aumento radica en el estrés sin precedentes causado por el aislamiento social resultante del coronavirus SARS-CoV-2, patógeno de la Covid-19.
Vinculado a esto –detalló- están las limitaciones en la capacidad de las personas para trabajar, buscar el apoyo de sus seres queridos y participar en sus comunidades.
Sumó la soledad, el miedo a la infección, el sufrimiento y la muerte de uno mismo y de los seres queridos, el dolor después del duelo así como las preocupaciones financieras.
Entre los trabajadores de la salud, el informe señaló que el agotamiento ha sido un desencadenante importante de pensamientos suicidas.
Basado en una revisión de la evidencia existente sobre el impacto de la Covid-19, incorporó estimaciones del último estudio Global Burden of Disease, muestra de las afectaciones a jóvenes y que corren un riesgo de comportamientos suicidas y autolesivos.
Las mujeres -describió- se han visto más gravemente impactadas en comparación con los hombres y aquellos con condiciones de salud física preexistentes, como asma, cáncer y enfermedades cardíacas, tenían más probabilidades de desarrollar síntomas de trastornos mentales.
Los datos sugirieron que las personas con trastornos mentales preexistentes no parecen ser desproporcionadamente vulnerables a la infección por la Covid-19.
Sin embargo, cuando estas se contagian, es más probable que sufran hospitalización, enfermedades graves y la muerte contra quienes no poseen trastornos mentales.
mgt/znc