El año pasado, Estados Unidos compraba casi 700 mil barriles diarios de petróleo de Rusia, mientras que consume unos 20 millones de barriles diarios.
La decisión, a la que era reticente el mandatario, ocurrió luego de presiones del Congreso para que se tomara esa acción ya que los estadounidenses dependen en menor escala de fuentes rusas, no así los europeos, quienes en algunos casos utilizan más del 40 por ciento del gas y el petróleo rusos.
Con este paso Biden aumentó las apuestas económicas contra Rusia, lo que representa una escalada de sanciones económicas que podría tener consecuencias tanto en el país como a nivel internacional.
La medida cierra el flujo de combustible ruso a Estados Unidos -que recibe menos del 10 por ciento de sus recursos energéticos de Rusia- y podría aumentar los precios del gas y agitar aun más los mercados energéticos mundiales, valoró el diario The New York Times.
En un movimiento coordinado, Reino Unido anunció que eliminaría las importaciones de petróleo ruso para finales de año, dando tiempo a los importadores de petróleo para hacer planes alternativos y tratar de evitar cualquier interrupción en los suministros.
Legisladores estadounidenses presentaron la semana pasada una propuesta que prohíbe las importaciones estadounidenses de petróleo ruso y las medidas obtuvieron el apoyo bipartidista pese a previsiones de brutales alza de los precios que afectarán a los consumidores.
Parece poco probable que el anuncio del martes coincida con acciones similares de los aliados europeos. Las naciones europeas dependen mucho más de la energía rusa que Estados Unidos y el gigante euroasiático advirtió que las sanciones pueden elevar a 300 dólares el precio del barril.
Para no quedarse solo en esta acción, la Casa Blanca presiona a sus socios europeos, lo más afectados, y Biden mantuvo el lunes una llamada segura con los líderes de Francia, Reino Unido y Alemania en la que se habló de la energía rusa.
Las nuevas medidas punitivas de Washington intentan aumentar las sanciones impuestas a Rusia y presuntamente «asestar otro duro golpe» al presidente Vladimir Putin, según Biden.
El presidente dijo que la decisión se tomó en estrecha coordinación con los aliados de Estados Unidos, en un momento en que los países europeos, mucho más dependientes de los hidrocarburos rusos, se resisten a adoptar esa política.
mgt/lb